“Mitad forma, mitad fondo”, escuché decir de una comunicóloga prestigiada hace días en una conferencia magistral. Se refería a que, para realmente poder comunicar algo, para transmitir, tan necesario es la forma, como el fondo.
Y sí, el escenario inmejorable; la clase política, toda; peinado en su punto y banda presidencial perfecta, y hasta ciertos contenidos muy cuidados; pero: ¿Y el fondo?
El Índice Global de Impunidad 2017, elaborado por la Universidad de las Américas de Puebla, arrojó que México es el cuarto país del mundo y el primero en América, con mayor impunidad.
La impunidad en México parece una enfermedad incurable: no es posible, por ejemplo, que algunos corruptos no solo no sean juzgados, sino que sigan vigentes en política, y peor aún, que aspiren a estirar tal vigencia por muchos años más.
La propia impunidad, es la que permite que sigan naciendo más y más grupos criminales: en nuestro país generalmente no se teme a la ley, en consecuencia no se respeta.
Los ciudadanos debemos seguir empujando, el tema tiene que estar en la agenda política como prioridad, ser primer lugar en un continente es tocar fondo: la impunidad hace efecto espejo en inseguridad, corrupción, desigualdad económica, debilitamiento institucional, y considerable carencia de inversión extranjera.
¿Cómo demostrarle al mundo entero que somos confiables para hacer negocios, cuando somos líderes en impunidad?
Es imperativo darle un pisotón al ecosistema de la transa actual: el que la hace la paga, debería ser el lema de México, no más caricaturización de nuestro estado de derecho, hombre.
En ese tenor, estimo que en el corto plazo resultan fundamentales dos cosas:
Que los nombramientos tanto de la Fiscalía General de la República y, después, de la Fiscalía Anticorrupción, obedezcan a la esencia de la reforma constitucional en la materia: no más alianzas de impunidad, esto hace rato que dejó de ser un tema de gobierno, para convertirse en un tema de Estado, donde la sociedad presiona.
Que los nacientes Sistemas Locales Anticorrupción comiencen a legitimarse ante la gente: no hay tiempo que perder. Los Fiscales Anticorrupción estatales deben dar señales de autonomía, sí, pero también de sus alcances en coordinación con los demás entes que integran el Sistema. ¿O qué, no hay descarada corrupción que perseguir en el Tamaulipas de antier, de ayer, de hoy? Por favor.
Para que se logren, no debemos dejar de alzar la voz desde la sociedad: que haya castigo para quienes producen inseguridad y corrupción, deben seguir siendo nuestros principales reclamos, porque de ahí desembocan los demás problemas.
Si México sigue siendo protagonista mundial y líder del continente en impunidad, seguiremos siéndolo también, en inseguridad y violencia, corrupción, desigualdad económica, con lo que todo eso conlleva: altísimos niveles de pobreza.