El pueblo no puede seguir viviendo de falsas esperanzas o de vanas promesas, México siempre ha sido un territorio en disputa y lo seguirá siendo, mientras pueda evidenciar riqueza, de ahí, que muchos seguirán interesados en sacar provecho de ello, como el empresario, el político, el funcionario gubernamental, el prestador de servicios, y las intervenciones extranjeras, vengan de donde vengan, todos ellos tendrán el mismo propósito.

Llegue quien llegue en el 2018 a la Presidencia de la República, se topará con la resistencia de quienes se disputan el patrimonio nacional, para incrementar sus riquezas al menor costo, lo que seguirá impidiendo el verdadero desarrollo social, la justicia y la democracia.

Todo es negocio aquí y en otros países, incluso la pobreza, la ignorancia y la enfermedad; todos nos hemos acostumbrado a vivir igualmente, siendo dependientes de un sistema político que no sólo ha formado una clase social de élite que exacerba la desigualdad y que para no sentir remordimiento, se por su vileza, se siente con la facultad de poder renegar de su identidad nacional, aludiendo que la corrupción nace y prolifera en el mismo seno de la comunidad marginada.

De un pueblo de pobres y discapacitados por decreto, poco se puede esperar, mucho menos exigir, si seguimos pensando que la solución de los problemas nacionales depende de un sólo hombre o mujer investido como Presidente de la República.

En México la solución somos todos.

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