En materia de informes, al César lo que es del César.

Corrían los inicios del año 1994 y se preparaba la primera comparecencia del entonces gobernador Manuel Cavazos Lerma.

Los asesores de cabecera veían dos escenarios para el informe del mandatario en las opciones del solemne teatro Amalia González Caballero o el popular Centro Cívico, donde el matamorense había rendido su protesta un año antes ante el mismísimo Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari.

Pero Cavazos tenía otra idea: Regresarle al Poder Legislativo su dignidad como representación del pueblo. En consecuencia, decidió que fuera ese recinto la sede de su reporte anual. Fue la única vez, porque en el resto del sexenio lo pasó recorriendo casonas y hasta parajes para rendirle cuentas al Estado a través de un mensaje televisivo.

La historia se olvida pronto y lo demostró Eugenio Hernández Flores, cuando su administración anunció que por primera vez en 50 años el gobernador presentaría su primer informe en el Congreso. La euforia terminó pronto en lo que pensaban era un “hit”, porque un aguafiestas de manera despiadada les enmendó la plana al recordarles que Cavazos se les adelantó y tuvieron que decir que el evento sí se haría ahí, pero después de 13 años de no tomarlo en cuenta.

Hoy otra vez retoma el Congreso su papel romántico –sólo existe en los libros de texto– de ser el principal Poder del gobierno federal, por encima del Judicial y por supuesto, del Ejecutivo.

Hoy volverá a ser, como se supone que es, la tribuna máxima del Estado para que los ciudadanos tamaulipecos escuchen lo qué se ha hecho por la patria chica y valoren ese trabajo.

Será sin embargo, por unas horas. Mañana o desde ayer mismo en la tarde, ese mismo Congreso volverá a su realidad.

Por favor, no me pregunte cuál es…

CUENTAS MOCHAS

Como dicen en la columna Makiavelo de un periódico de Nuevo León, que pase Felipito a pizarrón para hacer cuentas.

Primer dato: el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa anunció el 18 de marzo de 2008 que su administración construiría una nueva refinería para lo cual se llevó a cabo un concurso para ser la sede de esa factoría, en el que inclusive participó Tamaulipas. La “obrita” en cuestión costaría la friolera de 10 mil millones de dólares. Algunos más, algunos menos.

Es obvio, ese dinero estaba disponible en algún lugar. Contaban con esa suma para crear las instalaciones que terminaron en sueño. Ganó Tula al principio, pero perdió al final porque todo quedó en humo.

Hoy, se les eriza la piel al Presidente Enrique Peña y compañía porque no saben, dicen, de dónde van a sacar cerca de 38 mil millones de pesos para la reconstrucción del país tras los sismos. En dólares, algo así como 2 mil millones 100 mil dólares al tipo de cambio actual. Prácticamente la quinta parte de lo que hubiera costado la refinería malhadada,

¿Dónde quedaron esos 10 mil millones de dólares que se iban a gastar en Pemex y que no se utilizaron al final?

¿Cómo es posible que 9 años atrás el país podía echar mano de esos recursos y ahora se aterrorizan por el 20 por ciento?

Algo huele mal desde el sexenio calderonista. Y sigue oliendo mal entre los peñistas quienes se quedaron con el proyecto y con el país.

Y todo indica que también con ese dinero…

LA FRASE DE HOY

“La honestidad es un regalo muy caro; no lo esperes de gente barata…”

-Warren Buffet

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