Hace ya muchos años Daniela tuvo oportunidad de participar, por méritos propios, en el programa denominado “Incubadora de Genios”, lanzado por la Universidad Politécnica de Victoria. Eran chicos de primaria y nacía un proyecto para explotar la inteligencia de los que podían. Fueron un grupo importante de niños y niñas con muchas ilusiones que, para variar, no tuvieron el seguimiento adecuado.

Lo más simple: el diploma de participación en el proyecto, como parte de la primera generación de esta “incubadora de genios” nunca se los entregaron, porque hubo cambios en la rectoría de la UPV, y la nueva rectora dijo que ella no sabía de lo que se había hecho. El típico “borrón y cuenta nueva” que tanto daño hace a nuestro país cada seis años, a nivel nacional y estatal, y cada tres en los municipios.

¿Cuándo podremos entender que hay cosas buenas que se hicieron antes de llegar nosotros, y que deben impulsarse? Hace unos días hemos visto una nota que llamó la atención: en diversos eventos internacionales los “genios” mexicanos han llamado la atención en forma poderosa, gracias a su inteligencia y enorme capacidad creativa.

Hay muchos chicos que son dignos representantes de una nueva generación no de “milenials”, no de los que se enajenan todo el día con un celular, abstrayéndose del mundo al que pertenecen, sino de los que piensan y
comparten, crean, inventan…

De esos, sinceramente, hay muchos, y en Tamaulipas se dejó morir a dos o tres generaciones en las que se invirtió dinero y esfuerzo público. Cuando llegó el anterior gobierno echaron abajo todos estos proyectos, porque pensaron que no dejaban dinero; ciegos de inteligentes decisiones en materia de educación, dejaron pasar las cosas y perdimos a una buena generación. No hubo apoyos para ellos de ningún tipo y algunos no han podido encaminar sus pasos adecuadamente por falta de recursos. Ese es el fruto de una mala planeación.

Suponemos que este tipo de proyectos debe ser transexenal, es decir, que aunque concluya el sexenio de quien sea se le dé seguimiento.

No podemos jugar con el futuro de nuestros hijos por un cambio de autoridades. No podemos perder más esos recursos captados y probados con una inteligencia que nos puede ayudar mucho a resolver problemas de una sociedad que urge que sus miembros hagan más y mejor.

No podemos dejar en manos de ineptos la educación y proyección a futuro.

Es el tiempo de aprovechar todo el recurso posible, o así lo visualizamos. Esos chicos de la “incubadora de genios” primera generación de la UPV fueron parte del “experimento”: los calaron, los probaron, los aprobaron y se maravillaron con ellos… para nada, porque luego los dejaron ir, como quien cría aves y abre la jaula para que se pierdan.

Es un buen momento para pensar en instrumentar programas que alienten a nuestros pequeños grandes creadores. Es increíble lo que se ha logrado a nivel internacional, y la verdad, sentimos que la Entidad tiene recursos humanos muy valiosos, y no podemos dejarlos ahí a la deriva.

Corresponde al gobierno estatal la responsabilidad de captar y aprovechar, o hacer una convocatoria seria donde con un estricto sentido de justicia se seleccione a nuestros talentos y se les dé el apoyo necesario, porque pueden ellos significar la diferencia entre lo que somos y lo que debimos tener, entre lo que hay y lo que queremos para el futuro de todos.

Como que ya ha llegado el tiempo de aprovechar a nuestras mentes brillantes, ubicarlas donde nos sean útiles a la mayoría, y dejar de pensar que la educación va de la mano con la política: la educación es cosa mucho muy seria, pues.

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