En la interface del ya mero y falta poco, las horas son lentas y en ese espacio vacío donde ya me quiero ir o mejor me quedo, desearía que el día entero fuera todo luz, toda esperanza, toda alegría.

Y calmar quisiera la ansiedad de mis momentos de hastío, para poder probar que mi voluntad puede más que  el pensamiento frío, que me hace sentir que todo es tan lento, cuando quiero avanzar para romper con el estado de ese momento tan sombrío.

Si el pensamiento es mío, quisiera mejor pensar a voluntad, en un calmado y hermoso río lleno de estimulantes y cálidas pasiones, listas para disfrutar en un sueño sin límites o imposiciones, para calmar los corazones de los que quieren aprovechar lo maravilloso de todas las estaciones.

Si ya fui primavera, mi espíritu con mucho orgullo se llenó de flores y de vistosos colores; si fui verano, disfruté como ninguno de la calidez de los amigos y de los hermanos, y del amor de la mujer desde el primer día en que nos besamos, y fue esa primera vez en nuestros primeros años, previos a la madurez, los más felices de mis días

Si hoy soy otoño, las pérdidas consabidas en la estación referida, fueron el precio que tuve que pagar por mi arrogancia y estupidez de estos años de retos y osadías, que sólo se podían vencer con humildad, sabiduría y con fe, para esperar con paciencia la llegada del invierno a mi vida.

En la interface del ya mero y falta poco, mi reloj se detuvo un poco, para recordar con gratitud, que aquél que dice ama la vida, primero tuvo que amar al que la vida creó, para que con amor sea vivida, no importa la estación concebida por el amante corazón, que sólo escucha la razón del que sólo quiere amar en esta vida.

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