Alguna vez, el Doctor Mireles juró no descansar hasta ver, primero, a su tierra descansando de la injusticia y la opresión. Quien conoció sus pasos, sabe que jugarse la vida en la balacera, injustamente en la cárcel o en el hospital, fue su pan de cada día.

Nelson Mandela dijo que solo “cuando un hombre ha hecho lo que considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz”. Tal vez, quien dicta la suerte de esta, la tierra de Mireles, se equivocó; o quizá, la siempre impredecible muerte no consultó el destino del Doctor.

Para un hombre como él, las palabras casi siempre sobraban. Haber sido víctima del abuso y testigo del dolor de los hijos de tierra caliente y de muchas otras partes de México, era suficiente; y, como a Ernesto “Che” Guevara, le bastaba saber que había hombres y mujeres decididos a combatir, con las armas en la mano, las injusticias.

José Manuel Míreles Valverde, era un hombre con profundo amor por la vida, por la gente y por la dignidad; solo un ser enamorado, es capaz de entregarse y enfrentarse a lo que sea. Cada paso, cada bala, cada palabra, cada receta médica que daba, tenían siempre el objetivo de salvar vidas y, en ello, entregó la propia.

Le decimos adiós con una mezcla de orgullo y de dolor. Nos queda, como compromiso, el saber que Mireles tenia claro que, en su Estado y en México, las campanas de la libertad y el progreso están a punto de sonar; y que la transformación debe llegar a los rincones más remotos de de nuestro país.

Despedimos a un hombre, siempre entregado a su pueblo, a su Estado y a su Nación.

¡Hasta Siempre, Doctor José Manuel Mireles Valverde!