Desde la guerra al narcotráfico por Felipe Calderón en 2007 hasta ahora, México destaca en el mundo como un país con alto índice criminal, con constantes violaciones a los derechos humanos, cifra de asesinatos sin precedentes y una corrupción e impunidad que todo permite.

2017 es año de violencia contra periodistas. En marzo, en Guerrero se registró el asesinato de Cecilio Pineda, reportero independiente. Dos semanas después asesinaron a Ricardo Monlui Carbrera, de El Sol de Córdoba, Veracruz, entidad donde en los últimos 5 años han sido asesinados 22 comunicadores. Miroslava Breach, del diario Norte de Ciudad Juárez y de La Jornada. En abril, Maximino Rodríguez Palacios es asesinado en Baja California Sur. Fue corresponsal de El Heraldo y de Excélsior, y autor de una columna con temas de seguridad y política. Este mes fue asesinado el periodista Javier Valdez Cárdenas en Sinaloa. En Guerrero un equipo de reporteros sufrió un ataque armado.

Posterior a estos homicidios, Peña Nieto presentó sus “Acciones por la libertad de expresión y para la protección de periodistas y defensores”, y afirmó que su Gobierno no atenta contra de la libertad de expresión ni la labor informativa de la prensa. Cierto, ¿para qué hacerlo? Cuenta con aliados en el crimen organizado que se encargan de esa sucia tarea.

El Institute for Strategic Studies publicó el reporte “Armed Conflict Survey 2017”, sobre el aumento de la violencia en México. México ocupa la posición 147 de 180 países, en la Clasificación Mundial de Libertad de Prensa (Reporteros Sin Fronteras 2017) Amnistía Internacional en el informe “Defensores de Derechos Humanos bajo amenaza”: en México “más de 30 mil personas están desaparecidas desde 2006. No se sabe con certeza cuántas son víctimas de desaparición forzada a manos de agentes estatales y cuántas a manos de agentes no estatales”, señala el trabajo.

El número de muertos por causa de homicidios en México supera el promedio en el mundo. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en México son asesinadas 19 personas por cada cien mil habitantes, el promedio en el mundo es seis. La región de las américas está formada por 33 países. 26 naciones tienen más de 7 muertos por cada cien mil habitantes, el más crítico es Honduras, con 85.7 decesos.

Estas cifras de organismos internacionales muestran el fracaso de la estrategia federal para combatir narcotráfico y bandas delincuenciales que encontraron en México la actividad ilegalidad como un nuevo modo de vida, gracias a la impunidad otorgada por la complicidad del Estado Mexicano con los jerarcas internacionales del crimen organizado, mezcolanza que tiene al Estado Mexicano atado de manos para actuar “directo y a la cabeza” y acotar al crimen organizado y a las múltiples bandas delincuenciales.

Por eso México se desgasta en enfrentamientos armados cotidianos; por ello continúan las agresiones dolosas armadas contra la sociedad en la vía pública pues el poder criminal, a sangre y fuego, busca continuar ser el poder que controle al país.