Con la presentación del Plan Estatal de Desarrollo para el presente sexenio, la primera administración gubernamental tamaulipeca emanada de un partido distinto al Revolucionario Institucional, surgen una serie de reflexiones que escuchamos en los metideros políticos, cafés, desayunaderos, oficinas y parques y plazas: hay expectativas aún de que se puede cambiar el rumbo de la entidad, y frenar los excesos de la clase gobernante, que no ha podido ser frenada ni por los embates ciudadanos ni los legales, meciéndose en una cómoda, tranquila e injusta impunidad que asusta.

Atrás quedaron ya los “ochenta y tantos años de malos manejos” y otras frases que la verdad, ya nos tienen cansados a muchos tamaulipecos que queremos escuchar no excusas sino resultados, anuncios de acciones que nos digan que estamos bien gobernados, que Tamaulipas eligió adecuadamente a su gobernante y él a su equipo de gobierno, porque hemos de entender que él solo el gobernador, en ningún momento de la historia podría cambiar el rumbo de un estado si no está acompañado de un equipo competente.

Solo, ni para terminar de pintar una casa.

Y en ese accionar del gobierno, habrá muchos, o debe haber, muchos momentos de reflexión y evaluación constante, toda vez que los que nos gobiernan son seres humanos.

Debemos despojarles de ese halo divino que los hace intocables, inalcanzables, y que ellos y nosotros sepamos que no hay nadie intocable o que habite en el Cielo: son seres humanos, con sensibilidad necesaria como todo mortal, y que tienen virtudes y defectos. Por ello es importante la evaluación constante: para enmendar los rumbos que deban enderezarse, y para instrumentar las acciones nuevas o adecuadas, así como para aplaudir las que están funcionando bien.

La ciudadanía, en Victoria, no quiere saber más de los aviadores que “pescaron” en tal o cual dependencia, sino que quiere saber que “su” dinero está bien manejado e invertido en obras de beneficio colectivo, y que hay abasto de insumos suficiente para hacer frente a las necesidades.

Cabeza de Vaca ha hecho pronunciamientos fuertes y directos; hoy, los tamaulipecos queremos que éstos se conviertan en actos de justicia social, y que los beneficios se vean día a día en nuestras calles y municipios.

Queremos escuchar de los encargados que nos digan que hay mejores expectativas en producción agropecuaria, que tenemos cosechas récord gracias al impulso al campo, que hay mejores vialidades porque Ayuntamientos y Estado han trabajado juntos con la colaboración de un gobierno federal que nos ha abandonado ahora.

Queremos, también, saber que nuestras escuelas y hospitales están trabajando adecuadamente y no falta lo necesario: que hay tantos libros como alumnos, y que hay medicamentos e insumos de curación para cada paciente que requiere de estos servicios.

Habló fuerte en el Centro Cívico el gobernador, y muchos hemos pensado que es el tiempo de despegar aunque con el retraso que ha ocasionado una serie de acciones que, lejos de lamentar por qué se retardaron, queremos ver que se camina para adelante.

Y queremos ser escuchados; hay quejas como siempre ha habido y habrá, porque el gobierno no es perfecto y lo sabemos, pero queremos ver que éstas son escuchadas por las instancias y que por política instrumentada por Cabeza de Vaca hay respuesta a la demanda ciudadana.

Queremos saber que somos escuchados y queremos sentirnos más seguros.

Queremos, por otra parte, saber qué está sucediendo en cada una de las áreas de desarrollo que existen en la entidad, y requerimos saber cual es el destino de estas acciones de gobierno.

Que sepa el gobernador que no se manda solo, porque detrás de cada decisión que toma hay más de 500 mil manos que aprobaron su gestión, y otro tanto que no lo hizo, pero que espera que el cambio sea real y suficiente.

Que sepa Cabeza de Vaca que tenemos ganas de estar más tranquilos, de que no vamos a ser despedidos injustificadamente, que tenemos escuelas suficientes y con calidad, que hay clínicas y hospitales con insumos necesarios, que la producción del campo va aumentando y nuestra gente campesina regresa a su origen, dejando a un lado el miedo que les hizo huir y abandonar la producción.

Eso es lo que queremos los tamaulipecos, más, cuando hemos escuchado un Plan Estatal de Desarrollo 2016 – 2022 que aparentemente cumple con nuestras expectativas. Ahora falta cristalizar, ir sumando metas logradas para, al final de la administración, que pueda Cabeza de Vaca decir “he cumplido”, y que la gente sepa que no es demagogia.

Ya no queremos más demagógicos discursos ni falsos mensajes: queremos esas acciones que cambien el rumbo de un Tamaulipas saqueado por lustros y que clama un buen gobierno.

La rivalidad política no nos interesa: queremos que con justicia se recupere lo que se llevaron los otros, que se castigue a los delincuentes que abusaron de sus cargos, que la gente esté tranquila, y que todos sepamos que la mayoría no se equivocó.

Y eso solamente lo dan dos cosas: los resultados tácitos, efectivos, reales, y la voluntad para escuchar a sus gobernados como una parte fundamental, dejando las actitudes divinas.

Queremos el Tamaulipas productivo y tranquilo que merecemos, en pocas palabras.

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