Sin que algún abogado nos haya regalado una opinión sobre la figura del fuero, podemos decir que muchos lo entendemos como esa parte que la ley tiene para proteger a los que hacen las leyes y los que gobiernan, y que evita que la justicia, en su corta, muy corta dimensión, quede aún más estrecha para su cumplimiento.
Es el fuero la figura que otorga inmunidad –con nm, y no con mp- a quien lo posee y que tiene que ver con diputados y senadores, gobrernadores y funcionarios diversos: les evita ser detenidos e ir a un penal si no se hace todo un procedimiento legislativo para quitarles el privilegio, y luego que puedan ser juzgados como cualquiera de nosotros.
O sea: ¿Son especiales? ¿Por qué protegerlos? Pensamos en el fuero y viene a la mente el examen de control de confianza que hacen a todos nuestros agentes de las diversas corporaciones, y ellos nunca tienen fuero, a pesar de que son condenados a realizar tareas de un gran riesgo para su exitencia, su tranquilidad y sus familias.
Cuando un policía o agente de donde sea está involucrado en una acción en donde alguien sale lastimado, entra Derechos Humanos a proteger a todos –an, separan de su cargo y condenan mientras piensan si es culpable o no.
No consideran que su vida corre peligro cuando enfrenta a empistolados o grupos armados, que cuando en una manifestación le avientan bombas “Molotov” o granadas, les pegan con tubos y varillas, ellos solo pueden defenderse con un escudo y su casco, porque si hacen un disparo por justo y necesario que sea, son acusados de violencia innecesaria, y condenan su carrera y trayectoria.
A quienes les pegan, los detienen unas horas y luego los dejan salir, como siempre sucede.
Pero a los que están en sus cómodas oficinas presumiblemente legislando, los que gobiernan en la comodidas del aire acondicionado, esos no tienen problema porque están muy bien protegidos y no pueden ser detenidos, y ya ve, lo que hemos visto en estos meses cuando todis los gobernadores que salieron se fueron con miles de millones de pesos, en cifras insultantes, inhumanas y que merecían la cárcel más fría del mundo.
A ellos no los detienen, porque tienen fuero, y sucede que algunos comprobados delincuentes alcanzan a escapar por ese absurdo fuero.
Volviendo al control de confianza, somos de la idea de que todos deberían presentar ese examen a partir de un nivel superior como funcionarios, y no tener el fuero que presumen, porque están obligados a actuar adecuadamente, o: ¿a qué temen? ¿Por qué sí se protege legalmente a ellos y a los que nos cuidan no?
¿Son más mexicanos ellos que un policía?
Aunque hay sus excepciones en ambos grupos, los policías son tan importantes y tan respetables como cualquier otro, y en ese sentido, merecen un mejor trato, y los políticos, senadores y diputados de todo nivel debieran tener los mismos privilegios que todos nosotros, porque, finalmente, ellos son una representación de nosotros y nada más.
No son nada especial como se sienten cuando se envuelven en su burbuja de cristal y no dejan que ni el aire les toque, convirtiéndose casi en seres divinos, con la excepción que es más fácil hablar con Dios que con uno de esa clase (¿) política.
Como que ya va siendo hora de que las leyes protejan a todos los que debren y castiguen severamente a los que la hacen.
Muchos ejemplos de políticos que robaron mucho, fueron detenidos o señalados, y hoy goza de impunidad y los cientos o miles de millones que se llevaron.
Y los demás, como si nada.
Pero no se robe una secretaria un paquete de hojas de la oficina porque pierde su trabajo, la consignan, la señalan y la encarcelan, desgraciando su vida para siempre.
Y todo, porque ella no tiene el fuero para seguir robando.
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