De los hechos recientes en el sistema penitenciario se desprenden algunas reflexiones que tienen que ver con la observancia o evasión de las normas derivadas de los acuerdos que originaron la construcción de este país. En el que destacan las reglas para la convivencia, el desarrollo, la armonía y el bienestar de los ciudadanos, que han decidido vivir en este país o región del mismo.
Que es el origen de otros países y naciones, ya que los principios de legalidad y justicia son el ingrediente que fundamenta los derechos y las obligaciones de los ciudadanos. De tal manera que cuando se pierde el sentido de respeto y la observancia de la legalidad, definitivamente que cualquier pueblo, ciudad o país rayan en la descomposición.
Y por lo mismo los ciudadanos rompen los acuerdos que sus antepasados signaron para la creación y el surgimiento de una sociedad organizada, con capacidad de trascender hacia nuevos estadios de la vida y avanzar en el perfeccionamiento del ideario heredado por quienes lo han precedido.
Pero si en esta y otras regiones del país se permite el quebranto de los códigos y las leyes que estos contienen, estamos al borde de la anarquía. Y por lo mismo es relevantes que el Estado asuma su tarea de rector, pero si la permisividad ha sido la herencia del último cuarto de siglo. Sí que estamos no sólo ante un problema de legalidad, sino de moralidad.
Porque el Estado dejo de cumplir con las obligaciones que le imponen las Constituciones. Y en ese sentido, los ciudadanos justifican su no observancia de los códigos creados para garantizar la convivencia y la armonía, en que el Estado ha sido el vivo ejemplo de violentar las leyes.
Y aunado a este fenómeno de moralidad y legalidad, surgen nuevos conceptos que los gobernados utilizan o manejan a su conveniencia, como son los nuevos contenidos sobre los derechos humanos. Que debido a una interpretación tendenciosa de estos, ha abrevado nuevas conductas permisivas que vulneran otros derechos de los ciudadanos, que impactan en la convivencia social y familiar.
Ante los cuales el Estado ha sido vulnerado, porque sus gobernantes han sido los primeros en quebrantar la legalidad y pareciera que la inmoralidad se ha convertido en su principales “códigos de ética”, extraños y que repugnan a los principios, bajo los cuales fue creado este país y esta entidad.
Por ese motivo viene a bien el principio del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, que es necesario volver a empezar, porque las generaciones anteriores de los habitantes de este país y esta entidad, vivieron ceñidos a códigos legítimos que originaron mujeres y hombres íntegros, que lucharon para construir una región prospera y sentaron las bases para el desarrollo y crecimiento de sus habitantes.
Sin embargo, los nuevos gobernantes están ante desafíos complicados, ya que la mayoría de los entes bajo la tutela del Estado, han sido vulnerados por actos de inmoralidad como es la corrupción, que inter actúa de manera simultánea con actos de ilegalidad. Que ponen en riesgo la integridad de una mayoría ciudadana.
Pero en una incivilidad permisiva siempre parecerá extraño, para quienes hicieron de la inmoralidad y la ilegalidad una costumbre, los principios de la convivencia social y familiar. Ojalá en las nuevas generaciones surja una nueva ola de los principios de los antiguos mexicanos y tamaulipecos bien nacidos.
En este contexto, el diputado federal Miguel Angel González Salum dijo que desde el Congreso de la Unión se coordinara con el gobernador García Cabeza de Vaca para hacer las gestiones que se requieran para pacificar el Estado y resolver la problemática en los centros penitenciarios. También Julio Almanza Armas presidente de la Federación de Cámaras de Comercio de Tamaulipas, respaldo las acciones del mandatario en el renglón de seguridad. Dijo que los empresarios tienen confianza en que se recuperara el orden y se pacificara la entidad.