Esta semana el Presidente dio un manotazo firme en la mesa: puso orden en el caso Santiago Nieto, y con ello mandó un claro mensaje.

Hay quienes no comparten la idea de que el Licenciado Andrés Manuel haya reaccionado ante la extravagancia del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), de casarse en Guatemala.

Estos afirman que cada servidor público puede hacer con su vida privada lo que quiera, siempre que se trate de acciones con dinero bien habido.

No comulgo con dicha tesis. Por el contrario, concuerdo con el Presidente.

Primero, López Obrador siempre ha postulado la austeridad en el servicio público como principio fundamental del quehacer político, y él ha sido congruente, lo que le da la solvencia moral en el tema para juzgar con justicia.

Segundo, no puede permitirse que un eslabón de la cadena contra la corrupción y los excesos que han carcomido la credibilidad de las instituciones durante décadas, como lo es hoy la UIF, tenga un titular cuyas nupcias se contraigan en otro país, bajo las reglas en decadencia del clasismo político y de aquella alta burocracia contra la que tanto ha luchado y lucha el Presidente.

Tercero, si no se está a favor de las características que en el nuevo régimen imperan para quienes tienen un rol protagónico en la función pública, no se puede pertenecer a ella.

Considero, por lo anterior, que hizo bien el Presidente en aprovechar el lujoso desliz romántico de Santiago Nieto para mandar un mensaje claro a todos quienes están olvidando el espíritu de la transformación.

Comparto lo que dijo el jueves en el ejercicio de la mañanera: “En estos tiempos, así como la humildad es poder, también la buena fama pública es poder”.

Felicidades, Presidente, por su atinada decisión -con el mensaje que oportunamente trae consigo para todos los servidores públicos-; y por su cumpleaños, también.