Es un día sagrado, dedicado a todos aquellos que dejan su vida en los libros, en el diálogo, en la convivencia sana y en el respeto, para conquistar la admiración del alumnado que se cruza en su camino, el que aún los recuerda cuando se alcanza la categoría de veterano.

Nadie ignoró ese día, porque eso no se vale, porque cada quien conserva en su mente la imagen de una maestra y de un maestro, nuestros segundos padres, quienes siempre nos enseñaron la posición correcta, el estilo adecuado y la palabra ideal que da lugar a la forma que debe acompañar siempre a una persona pensante y productiva.

Se trata del Día del Maestro, esos profesionistas que ponen en práctica lo que aprendieron y que tienen por vocación estirar la mano a quienes lo necesitan y abrirles bien los ojos para que su futuro sea más cómodo, más confortable.

Si hablamos de la educación básica ésto tiene un mérito, porque nadie mejor que un maestro y una maestra merecen que los miremos con veneración, porque gracias a su estilo somos su hechura y, orgullosos estamos.

Por ello ese día muy publicitado las autoridades municipales y sindicales le dieron vuelo y aún no se borra del rostro de los mentores la sonrisa y la satisfacción que se siente cuando se está a gusto.

Y fue el dirigente de la Sección 30 de Maestros en Tamaulipas, Arnulfo Rodríguez Treviño, y el presidente municipal de Ciudad Victoria, Eduardo Gattás Báez, quienes se volaron la barda, porque su festejo no quedó en un sencillo platillo de huevitos con queso, frijolitos y café, como era la vieja costumbre.

No, ahora los maestros también fueron homenajeados con una rifa que favoreció a los suertudos, quienes como niños y niñas disfrutaron de un grato momento, que arrancó gritos de júbilo, fuertes ovaciones entre las cuatro paredes.

Vieron, ellos, los festejados, que una a una se fueron colocando pantallas de televisión de 50 pulgadas en el escenario y empezó una rifa que nadie esperaba, porque no se había anunciado.

Fueron diez las pantallas que se rifaron y los ganadores las cargaban en sus brazos como si fueran un preciado regalo navideño.

Pero todo no quedó allí, vino después otra rifa, que se trataba de cinco sobres con tres mil pesos cada uno, billetes de diferente denominaciones que los ganadores los mostraban sorprendidos y más que complacidos, porque no se trataba de la clásica quincena.

Se cerró la rifa de sobres pero los maestros pedían más a gritos y se autorizaron tres, porque de eso a nada, es muy bueno.

Ni Lalo ni Arnulfo perdieron la sonrisa y, menos, los festejados, porque entre sorpresa y sorpresa perciben que no están solos.

Porque bien que saben, que valen y mucho.

Y si de nivel superior se trata, la Universidad Autónoma de Tamaulipas también festejó a los suyos y de esa reunión con la primera autoridad, Dámaso Anaya Alvarado, los mentores recibieron vistosas computadoras portátiles, con las que se auxiliaran para mejorar las condiciones laborales.

Junto con los representantes sindicales, el rector festejó a las profesoras y profesores y en su discurso se dijo complacido porque se lograra una universidad más fuerte y más humana para atender las necesidades del alumnado y de la sociedad.

Por eso, en general: “No se acaben, profesores”.

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