El hecho de asegurar que toda fantasía encierra una realidad, podría tener sentido desde la óptica de la psicología y la filosofía, pues éstas pueden originarse en los deseos, miedos o experiencias de la realidad que vivimos.

Cuando estamos insatisfechos, nuestro anhelo por sentirnos mejor nos motiva a crear escenarios más prometedores para eliminar los obstáculos que pudimos encontrar en la vida y que nos impidieron sentir felices, creamos pues, distracciones imaginarias para poder tolerar aquello que nos causa sufrimiento o dolor.

El poder utilizar nuestra habilidad generadora de fantasías, nos permite desarrollar nuestra creatividad, en ocasiones tanta, que hasta podemos materializar las ideas y promover actividades o iniciativas para construir elementos que mejoren nuestra calidad de vida en el mundo real.

Es de considerar el hecho de que no debemos confundir la fantasía con la objetividad real, porque si no se ha logrado materializar la subjetividad, y sustentamos nuestra satisfacción en escenarios fantásticos, podría acentuar nuestra insatisfacción y traducirse en alteraciones mentales, porque la incapacidad de distinguir ente fantasía y realidad es un síntoma de la psicosis y puede manifestarse en alteraciones graves como la esquizofrenia y los trastornos delirantes.

La esquizofrenia es un trastorno mental grave y crónico que afecta la capacidad para pensar con claridad, sentir y comportarse, las personas que la padecen tienen alucinaciones e ideas delirantes, lo que conduce a una clara ruptura con la realidad.

Las personas con trastorno delirante creen firmemente en algo que no es real, a pesar de la evidencia en contra, pero su funcionamiento general no se ve afectado fuera del tema del delirio.

Las personas que presentan confusión de la fantasía con la realidad pueden presentar un discurso incoherente o un comportamiento errático que refleja su incapacidad para procesar la realidad de manera organizada.

Si bien es cierto, que en ocasiones es difícil asimilar la realidad por la complejidad de factores que intervienen en el escenario social, no podemos vivir en la fantasía de que no está ocurriendo nada y debemos redoblar esfuerzos para no perdernos en la subjetividad de un mundo feliz inexistente.

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