No cabe duda que nuestros representantes partidistas de todos los colores y rumbos, así como las autoridades electorales se han vuelto a burlar de la inteligencia de los mexicanos, haciéndonos creer que estamos en un proceso de “pre-campañas” electorales como ellos mismos lo dicen, pretendiendo engañarnos y hacernos pensar que no nos damos cuenta de su falta de honorabilidad y legalidad.
Suponemos que una pre-campaña es un proceso en el que los participantes, que deben ser más de uno, buscan una postulación a un cargo de elección popular, pero más que al cargo, a la nominación para contender por ese mismo.
En sentido estricto, sería, por ejemplo, que dos o más miembros de un partido lucharan y compitieran por llegar a ser postulados, en una lucha “interna” que sea disfrazado de pre-campaña, con un ilegal marco “legal” que les permite querer vernos la cara a los mexicanos.
No entendemos, por ejemplo, qué tiene que ver López Obrador o Anaya en una contienda interna del PRI, o qué hay que hablar de Meade y el Peje en una lucha partidista blanquiazul; de igual forma, en una lucha morenista, nada tienen que ver los pronunciamientos contra Anaya y Meade, por citar algunos ejemplos.
Entendemos que habrían de conducirse con las propuestas que consideren mejores para convencer a los miembros de su partido, a los que supuestamente está dirigida la precampaña, para que voten por ellos y los postulen.
Primer fraude y error: cada alianza –inmoral, por donde se vea- tiene UN SOLO candidato, por lo que no habría necesidad de hacer precampaña, porque sea cual sea el resultado, ese individuo será el triunfador.
Segundo fraude y error: se les dan varias semanas que aprovechan para decir que ellos ganarán a los integrantes de las otras “alianzas” –mafias, diríamos- , cuando se supone que es una batalla interna.
Tercer fraude y error: manejan mucho dinero en estos acontecimientos, que no es vigilado por las autoridades electorales, y les permite hacer uso de muchos millones de procedencia desconocida y no vigilada.
¿Queremos más?
Cierto: somos un pueblo acostumbrado a quejarnos, y más ahora con la proliferación de información en redes sociales, donde de forma veraz y también irresponsable en muchas ocasiones se maneja información de toda índole, ponemos caras de enojo o palabras altisonantes contra estas alianzas y candidatos, muchas veces, escondidos en el anonimato cobarde y vil que usa solo la gente sin carácter para criticar o quejarse. Necesario es que quien alce la voz se identifique y exija ser escuchado, que bien lo merecemos los ciudadanos.
Entonces, concluimos en que las llamadas “pre-campañas” no son más que un vulgar y manifiesto fraude electoral solapado por la autoridad, que llevan a cabo los que pretenden erigirse como autoridades, prometiendo más que Santa Claus y los Reyes Magos, porque todos nos aseguran que son la solución.
En lo personal suponemos que las campañas internas, las falsamente llamadas precampañas debieran celebrarse al interior de los institutos políticos, en reuniones de comités locales, distritales o estatales, sin incurrir en mensajes en medios de comunicación y redes sociales, porque en ese momento pierden su apellido de “campañas internas” y se convierten en campañas auténticas, donde la diatriba y el insulto a los contrincantes de otros partidos son el principal ingrediente.
El columnista no ubica en una asamblea tricolor al “Mesías” o a Ricardo Anaya, porque nada tienen que ver con ellos: sería honesto y congruente que dejaran de engañarnos, de hacerse tontos, porque la verdad sea dicha, a muchos de los mexicanos no nos engañan: sabemos a qué están jugando.
Y duele sentir la impotencia de darnos cuenta de estos engaños y no poder hacer nada por evitarlos. Es como aceptar que fue una casualidad la alianza del PRI y el partido de la Gordillo con su “reclusión domiciliaria”.
No, señores, no somos tan inocentes: no se pasen, porque el precio resultará muy costoso.
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