Y al verme con la mirada extraviada me preguntó ¿Extrañando? Permanecí callado, pues evocar el pasado implica hacer un viaje que para muchos resulta fácil porque piensan que basta con recordar lo que se quiere, pero no para mí, pues viajar por el tiempo implica mucho gasto de energía y hasta pérdida de unidades de materia estructural del ser; en fin, Emiliano no se equivocaba en lo que preguntaba, en ese momento, había entrado a un trance que me exigía ausentarme espiritualmente, salir del cuerpo para integrarme al todo y viajar a la velocidad requerida, para llegar a donde se quiere, a lo que se conoce como pasado, pero resulta ser una dimensión diferente, en una línea de tiempo que tiene la capacidad de reciclar todo evento ocurrido en ese tránsito hacia la madurez espiritual, proceso que se realiza a voluntad del Creador.

Entonces ¿extrañas o extrañas? Insistió en preguntar Emiliano. Mi espíritu, extraña, más no mi cuerpo, extraña todos esos momentos hermosos de gran crecimiento, de intensa luz, llenos de sabiduría, momentos que no son influenciados por el paso del tiempo, porque el tiempo que Dios da a cada momento de la historia de cada ser humano, queda impreso en el gran libro de la creación.

Entonces ¿cada quién puede escoger el tiempo que mayor le convenga? Si así lo desea tu espíritu, así será Emiliano, más, si dejas que tu cuerpo, a través de la mente, decida otra cosa, podrás permanecer en lo que llamamos presente y la luz que te llegue, iluminará primero tu materia, y podrás repetir imaginariamente sólo los momentos que más impactaron negativamente a tu humanidad.

Vive, pues, intensamente cada momento de tu vida, en cada estación o etapa de tu desarrollo, ve en ello todo lo bueno que alimente a tu espíritu, porque los espíritus buenos, encuentran primero el camino a la verdad y la vida.

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