Del ayer estoy impregnado, chapado a la antigua como dicen los que van llegando y se creen reformistas, creo en el amor y en el romanticismo que ahora es tachado de cursilería, creo en la atracción inocente, la que no exige nada previo a la entrega, porque la entrega es quedarse para siempre, incluso, sin haber tocado un cabello de la cabeza que adorna la belleza de un cuerpo que sin ser perfecto exige respeto y que un caballero como yo, a una mirada que confiesa calladamente el sentirse halagada por el sortilegio que reviste  el encanto de un espíritu noble y bello, que jamás escaparía a los ojos de un ciego que insiste en no querer ver nada.

Creo que a pesar de mis defectos y al rechazo inaceptable de tu alma, cuando te invade más que la ira, la frustración de no poder compartir conmigo la emoción de saber que, a pesar del tiempo y de todo, seguiremos tan unidos, porque sabes que buscas en esas expresiones, que más que denotar un carácter fuerte e inflexible, refleja la buena suerte de haberte topado conmigo aquel venturoso día de la espiritual fusión, de ahí que, muy propio sea de ti, el descansar en el reniego, una culpa que no era para mí, por lo que resulta que es inútil tratar de convencerme, que me equivoqué, porque tú eres y serás siempre lo que yo he sido para ti.

He de confesar que soy un necio, un doliente tristemente arrepentido, más nunca derrotado, pues el mismo Dios me ha enseñado a renunciar a lo que soy, cuando el espíritu ofuscado de otro ser amado, se siente lastimado por no saber mentir.

Que tú eres como eres, eso ya lo sé, por eso, yo soy como soy, y no pretendo contradecir lo que tú contradices y me ofende, porque cuando se ama como yo, se renuncia siempre a ser lo que se es, para que tu alma contrariada descanse en mi paciencia resignada, hasta que el amor que siento por ti, sea el que te permita ver con el corazón, y sepas que en las buenas y en las malas, estaré siempre para ti.

enfoque_sbc@hotmail.com