“No es suficiente con mirar, denuncia”, dice un spot que busca la participación de la sociedad civil para denunciar actividades ilícitas cometidas por las bandas de delincuentes que gracias a la impunidad se desempeñan con gran actividad y éxito en el país.

Difícil es aquella situación para el ciudadano cuando la autoridad y los bandidos se mezclan pues hace difícil distinguir quién es quién, a pesar de que porte gafete de autoridad o uniforme, aunque es claro que la autoridad que dio pie al delincuente o cedió por plomo o plata, lo que le llevó a establecer el delito como una industria muy productiva.

Los automóviles de procedencia norteamericana, introducidos de contrabando al país cayeron en manos de agencias oportunistas como la UCD y la ONAPAFA, a toda luz bandas de gánsteres, que protegen la estancia ilegal de estas unidades y su circulación, mientras sus dueños no son llamados a cuenta por las autoridades correspondientes. Es repetitivo señalar las repercusiones legales, en especial en el caso de accidentes o de su uso para cometer delitos, de que las autoridades permitan de esta manera la circulación; igualmente señalar que el ingreso de miles de familias no permite adquirir un vehículo nacional con documentación en orden. Se trata de un delito que se ve diariamente; de conocimiento absoluto por órdenes de gobierno y de autoridades, y que se perpetúa sin que se establezca una estrategia que le permita al Estadio Mexicano recuperar el control y la autoridad sobre propietarios y unidades, y conocer quién es quién en nuestras calles. Y cuando alguien le quiere entrar a este nudo Gordiano, no lo hace una mano firme que blanda la espada limpia de corrupción, con el poder legal y la visión humanista que rompa este nudo. El Estado Mexicano carece de valor moral para exigir a la sociedad un comportamiento honesto y sin complicidad, situación que lo ata de manos para actuar en este aspecto, lo que permite a las bandas delincuenciales que controlan la introducción al país de los vehículos, su traslado a diversas ciudades y su venta final.

Esta es una situación de conocimiento público y del Estado Mexicano ante la cual no actúa para rescatar de la ilegalidad a los mexicanos y erradicar delincuentes; por ello el Estado Mexicano se posiciona como el país más corrupto de América Latina. En situaciones públicas es corrupto por omisión y seguramente también por complicidad; cuando de otorgar concesiones de millones de dólares lo hace a quien más paga o a los grupos de poder a los que desea enriquecer dándoles la explotación de los recursos naturales de México.

Los autos “chocolates” continuarán vigentes por mucho tiempo en México.