Mira quién se asoma por la ventana, disque para ver al corazón que se ama, más, si no es la intensión tan sana, ¿para qué asomarse en la ocasión? no ves que el especular nubla la razón de quien se ufana de ser motivo de la visión, al forjarse un pensamiento sin fundamento, que, por no haber claridad al cien por ciento, genera una triste confusión. Tal vez sea sólo un inocente movimiento instintivo, como si se tratara de un reflejo mente cuerpo, una especie de rutina diría del que se dice ser un buen amigo, así, como cuando se hacen las cosas sin pensar, pero con la intensión de saludar, tal vez el destellar pudiera significar, un poco de luz en aquella terrible oscuridad, que ensombreció una cordial y saludable amistad.
Descartar entonces debiera la falsa voluntad, donde otrora reinara el sentimiento del generoso amor fraternal, el mismo que se le tiene a un hermano, como a un buen amigo, que de ser un sentimiento muy humano y bien correspondido, nada podría empañar tan amable y armoniosa relación; más si alguien hubiese salido herido sin ninguna mala intensión, esperar debiese mejor con paciencia, a que cicatrice la inofensiva lesión, para retomar el noble sentimiento de hermanarse a plena conciencia, desechando la vana idea de considerarse ofendido, pues el que ama a sus amigos, no tiene nada de que disculparse, acaso con madurez comprender la situación que causara el ruido, y de esa buena manera, recuperar lo perdido.
Recordar debemos que no hay más grande tesoro en la vida que el amor que se dispensa
por los buenos amigos, los que festejan como suyos los logros de aquellos que ama y en los que siempre confía. y sufre igualmente con ellos, las dolorosas caídas.
Quienes piensan diferente, merecen igual que se les respete, aquellos que dicen que hay amigos de segunda y de primera, refiriendo con simulado orgullo, que la diferencia estriba en el hecho de que los de primera nunca contradicen sus ideas y les gurda ciega obediencia, mientras que los de segunda, se les pone un pero, por resguardar con verdadero celo la dignidad que conforma su integridad, de la hipocresía y las falsas apariencias, y se atreven a expresar su inconformidad, cuando un mal proceder quebranta los valores que honran la verdadera amistad.
La especulación con la edad se traduce como una esperanza, de que a pesar de lo nublado que puedan estar los días, cualquier destello en el firmamento, sea este un relámpago o una centella, su luz se abrirá camino para iluminar a aquellos que ven en la amistad un precioso regalo del cielo.
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