Entonces, seguimos en las mismas, simplemente no hay, y cómo quiere que yo le haga, si no tengo dinero para comprar el medicamento. ¿A dónde vamos a llegar con esto? ¿Acaso quieren poner fin al tiempo que me resta de vida? Y usted ahí sólo escuchando, haga algo, me mandaron del Hospital para que ustedes me entreguen el medicamento que me recetó el especialista para controlar mi enfermedad, y ahora me sale que no lo tienen en la farmacia de este centro de salud. ¿Quién me está diciendo la verdad?

El paciente siguió evidenciando su enojo por algunos minutos más, y después fue bajando el tono de su reclamo, y sí, efectivamente, yo sólo lo estaba escuchando, porque la mayoría de las veces, ese es el reclamo principal de todo aquél que de alguna u otra manera, siente que la vida le debe mucho; porque para iniciar, sus padres hicieron lo que pudieron para allegarle lo mínimo indispensable para que se abriera paso en la vida, o simplemente, un día se percataron que el amor no siempre resuelve las necesidades básicas de una familia, sobre todo, cuando se vive en un ambiente con tanta marginación, donde poco se ha hecho para resolver lo que se tenía que resolver primero.

Sí, heme aquí callado, solamente escuchando, dando una mirada hacia lo expuesto por el quejoso, observando su impotencia, su desesperación, su frustración y su desencanto; y ese eterno reclamo que lo impulsa a gritar a los cuatro vientos ¡Por qué a mí¡; también mirando hacia mi interior, buscando la forma de poder darle una esperanza creíble, para que recuperara la fe en sí mismo y recuperara parte de ese poder que ha delegado a un sistema que le sonrió y le ofreció solidariamente trabajar muy de cerca para que lograra el bienestar que por tantos años se pospuso por privilegiar los otros intereses.

Cuando llegó al fin la fatiga a sus cuerdas vocales, y su respiración se volvió pausada, hasta entonces hablé, mas, no le reproché los motivos de su reclamo, porque tampoco pude juzgar si todos tenían un sólo origen, considerado ajeno a su voluntad; porque en todo conflicto vivencial hay más de un autor, le hice una sola pregunta: ¿Qué ha hecho usted por sí mismo para evitar que las desgracias se hayan ido sumado a su humanidad? Por qué esperar siempre que otros resuelvan lo que nos toca resolver a nosotros mismos. ¿Qué a dónde nos está llevando este sistema de gobierno? ¿Hacia dónde nos lleva la globalización? Tal vez, nos esté regresando al inicio, al momento mismo, donde aceptamos hacernos responsables por todo lo que aconteciera en la vida, entregando poco a poco el control a nuestras debilidades, dándole cabida a lo que se antojaba fácil y resultó aun ser peor, porque terminamos perdiendo la voluntad y con ella la oportunidad de obrar con sabiduría.

“Cuando alguien desea realmente algo, el universo entero conspira para que se logre. Sólo basta aprender a escuchar los latidos del corazón y a descifrar un lenguaje que va más allá de las palabras, el que muestra lo que los ojos no pueden ver” (Anónimo).

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