“Pero el Señor le dio esta respuesta: Martha, Martha, tú te afanas y acongojas, distraída en muchísimas cosas; y a la verdad que una sola es necesaria, que es la salvación eterna. María ha escogido la mejor suerte, de que jamás será privada” (Lc 10: 41-42)

En muchas ocasiones resulta difícil hablar, sobre todo, si en los demás no existe interés en escuchar, por eso, no deberías sentirte frustrado o triste, si tienes algo que para ti resulta importante de comunicar, o si simplemente quieres con ello ahuyentar la soledad que toca la puerta de tu alma; no te detenga el hecho de pensar que quizá nadie esté interesado en escuchar tu mensaje, ten por seguro que alguien al que sí le importas, está siempre atento a escucharte y te responderá a su manera, dejándote con ello más que satisfecho, feliz; porque el hombre negado a escuchar y más el que está negado a responder, habla de su falta de habilidad para hacer uso de su  capacidad para establecer una buena comunicación, aprendiendo, en ello, al escuchar, o enseñando lo que en su experiencia enriquecerá la vida de sus semejantes.

Las personas que pretextan ser callados por naturaleza, saben que no lo son, más, podrían estar sujetas a derivar la responsabilidad de sus decisiones, de acuerdo a un paradigma básico determinista, de ahí que puede su lenguaje estar reflejando que es una persona reactiva, y por ello, suelen excusarse diciendo: Así soy yo, no puedo, no se me da. Desde luego que no se trata de enjuiciar o descalificar a nadie al considerar lo anterior, únicamente veámoslo como una oportunidad para reconocer en nosotros mismos esa dificultad y tratar de promover actitudes o conductas proactivas, utilizando nuestra creatividad, el ingenio y nuestra autoconciencia, para responder positivamente al reto de vencer esa inercia, que en muchas ocasiones limita nuestro potencial o nos aleja de personas que en nuestro interior nos agradan, pero que rehuimos por considerar que no tenemos tiempo para darles nuestra atención y escucharlos.

Una buena comunicación nos acerca a las personas, que generan en nuestro ser una serie de emociones positivas y cuando esto ocurre, las personas aseguran sentirse más felices, son mas resilientes, son más creativos y por lo general encuentran más opciones para resolver aquello que se antoja difícil.

Entre el hablar y el escuchar solamente existe un paso: el deseo sincero de dar y recibir para motivar el bienestar integral de las personas.

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