En alguna ocasión, comenté en este espacio periodístico que a mi tío Felipe Beltrán García, quien fuera, además de hermano de mi padre, gerente  y dueño de la otrora famosa Botica Victoria, ubicada en la esquina del 7 Hidalgo, le gustaba mucho filosofar. Un buen día, discutía con un amigo sobre la incompetencia laboral que distingue a algunas personas y le escuché decir una frase que me causó admiración y gracia, si mal no recuerdo decía así: “Sólo hay de estos y de los mismos”. Refiriéndose seguramente al hecho de que no había mucho de donde escoger, cuando se requiere de contratar buenos trabajadores.

Hace un par de días, estando ya próximo el término de mi jornada laboral, entró una de mis pacientes, proveniente de un ejido cercano, mujer que a sus 72 años tiene una sorprendente agilidad mental, misma que suele utilizar durante la consulta, sobre todo, cuando se percata de mi evidente estado de fatiga física al golpear mi cabeza sobre el teclado de la computadora;  como es su costumbre, ella empezó a alburearme con frases como las siguientes: ¡Ya me estaba durmiendo!  ¿Y usted cómo está? Por cierto, ella se dedica a vender nopales tiernos, pemoles, rosquillas duritas de harina de maíz y panecillos con queso; y frecuentemente suele obsequiarme un paquete de las rosquillas, para que se las lleve a mi madre, a quien conoció en un congreso que organicé sobre Educación para la Salud; mi madre gustosa recibe el regalo, pero aquel día en que mi paciente se estaba ensañando conmigo, en broma le dije, que mi pobre madre había perdido varias piezas dentales debido a la dureza de sus rosquillas; como la mujer tiene un excelente estado de humor, se atacó de la risa con mi ocurrencia y repicó: tal vez sí estén un poco duras, pero si las hago blandas ya no podría llamarles rosquillas duras, pasarían a ser pemoles y esos se me venden de inmediato. Continué bromeando con mi estimada paciente y le dije que seguramente estaba coludida con alguna clínica dental para tumbarles los dientes a las personas y así llevarle los clientes, nuevamente soltó una sonora carcajada.

Sin duda, ella siempre tiene buena disposición para alegrar mi estresante clima laboral y denotar, sin mayor esfuerzo, su brillante inteligencia, porque lo mismo tiene dichos para todo,  como albures para todos, con el mismo efecto relajante de quien tan naturalmente ha sido bendecida con una excelente filosofía de vida.

 

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