Con motivo de habernos otorgado el día 1 de noviembre, decidí visitar a mi buen tío Tiótimo, al llegar al rancho El Olvido, vi al pariente como pocas veces me ha tocado verlo, en esta ocasión, no estaba sentado plácidamente en su mueble predilecto, meciéndose al compás del viento y mirando siempre al horizonte, no señor, el tío tenía ahora una actitud diferente, estaba trabajando en una porción de su terreno. He de reconocer, que de inicio, tuve un mal pensamiento, pues asocié la fecha con la posibilidad de que aquel añoso y testarudo hombre, estuviera pensando en preparar su funeral y estuviera cavando su propia tumba, por lo que decidí hablarle con mucha cautela y alta sensibilidad; así es que me dirigí a él con inusual ternura: Ave María; el pariente apenas volteó a verme , pero, por el sudor que perlaba su frente, pude estimar que ya tenía rato con la faena del talache y el azadón, por lo que insistí en llamar su atención alzando un poco la voz: ¡Pero qué anda haciendo hombre de Dios! esa tierra es más árida y dura, que los callos de sus manos y sus pies, venga para acá y tome un receso, no ve que vengo a saludarlo con mucho gusto; de mala gana vi cómo el tío dejó caer el talache, sacó su paliacate rojo de la bolsa posterior de su raído pantalón de mezclilla y secó el sudor de su frente, después, tosió dos veces, arrojó una pegajosa flema y se llevó el mismo paño a la nariz, sacando de ella escasa mucosidad de aspecto terroso; al verlo venir, me apresuré a acomodar su mecedora Malinche en un lugar sombreado, fui a la cocina por un vaso para servirle agua, que saqué de un jarro que le regalara la tía Chonita, para cuando llegué, el tío estaba quitándose las botas vaqueras, para refrescar sus cansados pies, y me pareció ver sus dedos gruesos salir de los viejos y remendados calcetines, por lo que no pude evitar preguntarle: Oiga tío, por qué no usa los calcetines que le regalé en su cumpleaños pasado, el hombre no me contestó, confieso que me intimidaba el silencio sepulcral del pariente, tenía ya a su lado 15 minutos y no pronunciaba palabra; pero al darle un gran sorbo al agua, por fin pudo hablar, me dio la gracias por la atención, y me dijo, que tenía pegada la lengua al paladar porque ya tenía 3 horas rascándole a la tierra, y ésta no se dejaba ni arañar; le pregunté con discreción, qué pretendía hacer en el terreno, y me dijo, que un huerto familiar, y que después, haría un gallinero, porque había escuchado en su radio de bulbos RCA Víctor sobre los peligros de consumir alimentos procesados, incluso, de las mismas carnes rojas, y que ya antes, sabía que las verduras, frutas y legumbres también tenían sustancias que podrían producir cáncer; y que por ese motivo, no le quedaba otra que crear su propio sistema de producción de alimentos, para así evitar la posibilidad de contraer algún tipo de neoplasia. Tratando de no contradecirlo, mucho menos de evitarle realizar su proyecto, le dije: Pero tío, qué te puede hacer daño a ti, siempre has sido una persona muy sana, a tus 105 años, de lo único que te has enfermado ha sido de tristeza, porque el gobierno no valoró con suficiencia tus méritos revolucionarios y con la pensión que te llega, ya no compras ni las estampillas de las cartas que les envías para recordarles que tomen en cuenta tu amistad con los Generales Villa y Zapata, que por cierto, los sigues recordando bien, porque veo que aún no apagas la veladora que le prendiste con motivo del día de los muertos; además tío, casi nunca compras carne por lo mismo, no te alcanza para ello, pero bueno, me parece buena idea lo de tener tus propias gallinitas para que tengas huevos; al decir esto último, mi pariente de un salto se puso de pie y con evidente molestia me dijo: Me vas a perdonar, pero si a alguien le sobra valor es a mí, para denunciar las injusticias; lo malo es que ya quedamos muy pocos revolucionarios y de los que quedan, a la mayoría se les seca el gaznate, porque hasta el agua está muy cara, para estarla tomando cada vez que tengamos que pasar un trago amargo. No queriendo dejarlo preocupado por el comunicado que se filtró de parte del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), le comenté que un Comité Internacional asesor de la OMS, en el 2014, había recomendado que las carnes rojas y procesadas fueran sometidas a evaluación por un Programa especial de CIIC, para ver la relación que existe entre el cáncer y el consumo de dichos productos, y que los resultados quedaron clasificados como productos que pueden estar asociados a los pequeños aumentos en los riesgos de producir algunos tipos de cáncer. Aunque los riesgos son pequeños para la salud pública, podrían ser importantes, dado que muchas personas en el mundo comen carne y su consumo está aumentando en los países de ingresos bajos y medianos, por lo que es recomendable limitar su consumo. Tal vez el mensaje no fue muy claro, pero, si el río suena, es porque agua lleva, y en eso tienen más responsabilidad los gobiernos del mundo en exigir a los productores de alimentos, que dejen de utilizar sustancias nocivas para la salud pública.
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