¿A dónde vas? ¿A dónde van? ¿Por qué llevan esa venda  en los ojos? ¿Qué es lo que no quieren ver? ¿Acaso van a donde los lleva el pensamiento? ¿Por qué no quieren ir a donde los lleva el corazón? ¿Por qué tanta preocupación? ¿Acaso no ven lo que le están haciendo a su cuerpo? ¿Por qué se olvidan de mí? ¿Por qué se olvidan de vivir? ¿Por qué se conforman con sobrevivir? Detengan un momento su marcha, respiren, abran los ojos y vean cuanto existe más allá de las cosas, de los objetos acumulados, ahora caminen hacia la ventana, ábranla, no teman al polvo que entre a través de ella, dirijan la mirada al cielo, observen a las aves, su vuelo, disfruten con ellas la libertad de volar y dirigirse a donde saben que se encuentra lo que necesitan; observen cómo el viento mueve las hojas de los árboles y cómo ellas muestran su gratitud saludando a todo cuanto les llega en forma natural; disfrutan la luz, el calor durante el día y son bañadas por la lluvia que bien saben recibirán en el momento que lo pidan a su Creador; mira las plantas, las que tú has sembrado y las que han sido sembradas por Dios, ¿Cómo te explicas que las semillas puedan germinar en sitios que parecieran imposibles de albergar la vida? y mira el regalo que te ofrecen al florear abundantemente, observa lo persistentes que son, su indiscutible resistencia, su envidiable paciencia, ellas tienen confianza y se mantienen de pie, aún en las circunstancias más difíciles.

¿Tienes miedo? ¿Miedo a qué? ¿Acaso es miedo a vivir? ¿Tienes miedo a amar y ser amado? El amor no tiene por qué causar dolor, al contrario, el amor te da valor para enfrentar todos los retos en la vida, entre más ames, más fuerte serás física y espiritualmente.

¿A dónde vas? ¿A dónde van? ¿Por qué no escuchan? Él los está llamando, atiendan su llamado, acérquense, sigan el sonido, la armonía que los conduce a la paz, detengan su marcha y respiren profundamente, ahora siéntense sobre el pasto que crece a la orilla del rio de la tranquilidad, escuchen atentos el sonido del agua y su libertad, sientan la confianza que lo guía hacia un lugar donde no existe la distancia, sólo el gozo de saber que ahora formas parte de un todo.

¿A dónde voy? ¿A dónde van? Caminemos juntos rumbo a la montaña, subamos, subamos con la confianza de que la felicidad nos espera, vayamos a ese encuentro cercano con Jesucristo.

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