Según informes oficiales de la secretaria del sistema nacional de seguridad de 1997 al 2017 los homicidios dolosos, cometidos principalmente, con armas de fuego aumentaron en un 400 por ciento. Aunque la dependencia no revela el número de hechos, el significado de estos cobra connotación por el periodo en que se identifica la mayor incidencia de hechos violentos en distintas regiones del país.

Por el periodo en que se presentaron estos hechos sangrientos, el indicativo es que la mayoría de estos se registraron durante las dos administraciones federales en el Acción Nacional fue gobierno en la presidencia de la república. Comentamos lo anterior por si acaso la finalidad de revelar este estudio es en el marco de la elección del próximo año, en que se renueve la presidencia de la república.

Pero también habrá que identificar si hay otros elementos de impacto en la sociedad del primer ciclo del siglo XXI, con son los primeros 25 años, que indudablemente han estado marcados por la violencia.

Que puedan servir para que los gobiernos tengan herramientas para presentar planes y programas de educación, acordes al contexto histórico de las nuevas generaciones que cursan la educación básica, media superior y superior.

Así como también serán de utilidad para quienes diseñan planes de seguridad, de generación de empleo, de desarrollo social. De sustentabilidad. Porque con un contexto histórico como el que se deriva del porcentaje de homicidios en los últimos 20 años, es de preocupación y de retos para los futuros gobernantes de los 32 estados de la república.

Pero pareciera que los sucesos en el país es lo que menor interés representa para quienes aspiran a un cargo público, de elección popular que tenga que ver con la gobernabilidad de este país.

Debería ser motivo de preocupación pero tal parece que lejos de ello, se ocupen de falsos ideales, alejados de la problemática de este país, porque en definitiva sus aspiraciones para gobernar no son precisamente los motivos de gobernabilidad que la nación requiere.

Y plantear que los cambios de rumbo en este país son responsabilidad de todos, es como decir que no son de nadie. Por esa razón, difícilmente podrán los mexicanos identificarse con cualquiera de los que aspirante a gobernar este país, desde nuevo paradigmas que estén vinculados con la problemática que incide en los ciudadanos.

En otro orden, ayer por fin concluyo el ejercicio “democrático” de los priístas, durante una convención de delegados para elegir al presidente del comité estatal del PRI, que se encargará de organizar a su partido para la elección local y federal.

Aunque los analistas priístas digan que el proceso interno fortalece a ese partido, más bien pareciera que es el modelo ideal que deberían imponer designar a sus candidatos en los futuros procesos eleccionarios.

Pero aún así, se habla de un proceso viciado, o manoseado por quienes gobiernan en la entidad, como es el Partido Acción Nacional. Que vino de menos a más en los últimos procesos electorales. Y tan mal organizados tomo a los priístas que les arrebato la gubernatura y el Congreso local.

Que por lo mismo no le resulta extraño a ese partido, es decir el PRI, porque esas fueron las practicas que heredo en el ejercicio del poder. Veremos cuál será el desempeño del nuevo dirigente de ese instituto político, ante los nuevos retos en el escenario nacional y regional.