No se tiene que hacer un completo repaso de tu vida para recordar en qué momento se originó esa sensación de pesar, que al paso del tiempo se hace recurrente; en lo particular, siento que está íntimamente ligado a una pérdida; sí, a algo que sentías que era tuyo y te fue quitado de forma abrupta e inesperada, y digo que sentías, porque quizá sólo se te había prestado para que tuvieras conciencia del gran significado que tendría para ti; y sí, después de la pérdida, la resignación no suele ser automática, primero hay resistencia a la perdida y se busca por todos los medios rescatar lo que considerabas tuyo, al no lograrlo, se instala un proceso de negación, en él, tratas de analizar el por qué te sucedió tan desafortunado evento, y  aparecerá un sentimiento de culpa, que de persistir, te sumirá en un abismo de minusvalía, de frustración y de incompetencia; aparece poco después la indeseada compañía de la depresión, que en cierta forma te desconecta de los múltiples propósitos surgidos ante la desesperación de buscar respuestas, y te sitúa en un nocivo estado de latencia, donde parece no importarte nada de lo que sucede en tu entorno, tu cuerpo se solidarizará con tus pensamientos negativos, creyendo que le estas exigiendo una respuesta acorde con tu tristeza; de forma inconsciente se busca llamar la atención, para que alguien acuda en tu ayuda, para encontrar consuelo, para que le imprima a tu ser energía y renueve la esperanza; escucharás frases mágicas por su efecto sanador: Todo estará bien; ya estoy aquí; estoy contigo nada te pasará; ya fue suficiente, ahora regresa, esta experiencia te hará más fuerte. Si te das oportunidad, en ellas podrás percibir que tienen un origen distinto al que las emite; si estás conmigo ahora ¿comprendes lo que te estoy diciendo? Sí, quién te habla es Él, Jesucristo te está levantando, está estimulando a tu espíritu a exigirle a tu cuerpo abandone las lamentaciones, para que continúes el camino, para que lo acompañes, para que los sigas y te encuentres con la verdad; no has perdido nada, porque todo se te habrá de devolver en su momento.

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