Pocas veces escuché a mis abuelos o a mis padres decir que su tiempo fue mejor que el actual, de hecho, hasta que tuve plena conciencia entendí que  ellos vivieron su presente, su día a día, yo siempre los vi trabajando, en ocasiones para un empleador o para sí mismos, así es que, cuando tenían que lamentarse de algo, lo hacían a su tiempo, y después, el espacio que quedaba vacío, se volvía a llenar con las nuevas preocupaciones, tal vez el hecho de sentir que se vivía, les era suficiente para allegarse algunas satisfacciones personales, que a mi juicio fuero muy fugaces, porque pasado el momento de gozo, entraban de lleno a las rutinas que generaban preocupaciones; tal vez esa manera de ver la vida les permitía tener la ilusión de encontrarse en el camino con alguna oportunidad para reír, para sorprenderse, para desear algo que algún día pudiesen alcanzar.

Sentir que nuestro tiempo es diferente en cuanto a la percepción de los descalabros que se viven, sería una manera de evidenciar nuestra incompetencia para enfrentar los retos que nos depara la vida; nuestros abuelos y nuestros padres fueron personas muy fuertes, sólo los venció la edad y una que otra enfermedad cronicodegenerativa; en nuestra generación, con todo y lo que se diga a favor, hemos sido más vulnerables a los quebrantos emocionales, nos quejamos frecuentemente de la incomprensión de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros compañeros de trabajo; pero qué podríamos esperar de personas que vienen ya con una falla de origen, porque si antes, nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu, tenían la facultad de auto sanarse, ahora no sólo la hemos ido perdiendo, sino que nos estamos volviendo dependientes, y lo más triste, nos queremos aferrar a personas que están más dañadas que nosotros, con la finalidad de poder salir a flote de tanta calamidad que nos azota, pues nadie podría negar que la situación de nuestro mundo es en extremo riesgosa, ya sea por situaciones climáticas o por la descomposición de nuestra raza, cada vez se avala la veracidad de la frase que cita: “El hombre es el lobo del hombre”.

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