Aunque por una serie de circunstancias, Enrique de la Madrid ya ha quedado fuera de la contienda interna para la candidatura presidencial del Frente Amplio por México, no he querido dejar de compartir la reflexión sobre su perfil y trayectoria que ya tenía preparada, con el ánimo de ofrecer un panorama general de las principales figuras de la clase política nacional de nuestro presente que, en momentos como éstos, quedan envueltos en una dinámica de alta exposición dada la envergadura de la disputa de la que forman parte hasta que el filtrado electoral termine eligiendo a uno y solo uno de ellos como jefe del Estado mexicano.

Se trata del tercero de los hijos del expresidente de México, Miguel de la Madrid y su esposa Paloma Cordero. El presidente de la Madrid gobernó en una de las décadas más complejas de la historia reciente de nuestro país (1982 a 1988), pues fue aquélla en la que se terminaría de fracturar la estructura de pactos históricos del PRI –de los que hablé en mi artículo de la semana antepasada, dedicado a Beatriz Paredes– con la nacionalización de la Banca por López Portillo, lo que supuso una ruptura con el capital nacional y los grupos de poder económico de México.

Ese sexenio fue entonces una suerte de transición de la matriz histórica del Estado mexicano nacionalista, caracterizado por un control y gestión gubernamental protagónico de sectores estratégicos de la economía y la estructura productiva del país (que en términos de Schumpeter fue una matriz de acumulación nacional y centralizada); al Estado mexicano neoliberal, caracterizado por una desincorporación/liberalización de la economía (y que en términos de Schumpeter es una matriz de acumulación liberalizada y competitiva, otros dirían globalizada). No es casual, que sus memorias hayan sido tituladas precisamente como “Cambio de rumbo”.

Con una Banca nacionalizada, Miguel de la Madrid fue entonces un presidente sui generis en el México de los últimos años, pues le tocó administrar literalmente a un “gobierno banquero” como paso previo a un doble proceso de privatización del sistema de pagos nacionales: primero a empresarios/banqueros nacionales, en el gobierno de Salinas de Gortari (1988-1994), y luego a bancos internacionales en el de Zedillo (1994-2000), circunstancia que encontró un punto de máxima desestabilización y crisis en el llamado “error de diciembre” de 1994 y el expediente del FOBAPROA, que en su momento denunciaran Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard y el propio Mario Delgado.

Francisco Suárez Dávila (Subsecretario de Hacienda y Crédito Público 1982-1988) analiza con mucha profundidad y rigor todo este largo proceso de reorganización del Estado mexicano en clave neoliberal en su libro “La reprivatización bancaria fracasada: tragedia nacional en 3 actos”, editado en 2010 por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, que junto con la obra del profesor Carlos Tello sobre la nacionalización de la banca mexicana ofrecen un cuadro analítico e histórico de gran interés para reconocer muchas de las claves que al día de hoy siguen definiendo los antagonismos políticos estructurales del país.

Enrique de la Madrid (1962) es entonces un político formado en la cercanía de una experiencia de gobierno tan compleja como la de su padre, razón por la cual acaso pueda tener un interés muy particular su óptica y perspectiva de análisis de nuestros grandes problemas nacionales.  Militante del PRI, tiene formación como abogado por la UNAM, con una maestría en Administración Pública por la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard, habiendo pasado por un período corto por las aulas del ITAM como docente.

En su trayectoria política se combina la actividad legislativa con la función pública en el Poder Ejecutivo. Fue diputado federal por representación proporcional de 2000 a 2003, y luego pasó por varios cargos de alto nivel relacionados con la rama de las finanzas públicas: coordinador general técnico de la presidencia de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, director general de Financiera Rural, director general del Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) y, cambiando de sector (aunque no tanto, pues algunos de los créditos de Bancomext son para inversionistas en el sector turístico, generador de divisas), de 2015 a 2018 secretario de Turismo durante la segunda mitad del gobierno de Enrique Peña Nieto.

Durante los años más recientes, Enrique de la Madrid ha destacado por sus intervenciones como columnista y comentarista de la escena política nacional (Reforma, Milenio, El Universal), siendo así que Random House le publicó recientemente su libro “México en la generación del desarrollo”, en donde plantea que están dadas las condiciones para que México pueda alcanzar el desarrollo pleno en esta generación.

En tal sentido, de la Madrid Cordero ha manifestado su interés por participar como contendiente de su partido y coalición para la presidencia de México, razón por la cual su perfil se ha promovido con mayor intensidad desde las plataformas en que ha venido desempeñándose como comentarista y generador de opinión.

No deja de ser interesante el hecho de que el hijo de uno de los expresidentes más discretos que hemos tenido en las décadas recientes, Miguel de la Madrid, pero que no obstante le tocó sortear la tormenta tanto de la crisis económico-bancaria como la tremenda crisis social derivada del sismo de 1985, tenga ahora el interés por competir para volver a poner su apellido en el máximo cargo al que un mexicano puede aspirar.

Hace unos meses Enrique de la Madrid hizo una propuesta bastante polémica: “adoptar a un mexicano pobre, pues México no tiene un problema de concentración de riqueza sino de una gran cantidad de gente que vive en la pobreza”. Seguramente el espíritu y la lógica detrás de dicho planteamiento contribuyeron a dejarlo fuera de la contienda más importante a la que puede aspirar todo mexicano: regir el destino de nuestro país.

  • La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión