El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) representa uno de los acuerdos comerciales más significativos en el panorama global. Desde su entrada en vigor el 1 de julio de 2020, el T-MEC ha fortalecido la integración económica de América del Norte, cimentando un bloque comercial que genera más del 28% del PIB mundial, según datos del Banco Mundial. Este tratado no solo mantiene el legado del TLCAN, sino que lo moderniza, incluyendo disposiciones sobre comercio digital, propiedad intelectual y normas laborales.
El intercambio comercial entre los tres países asciende a más de 1.5 billones de dólares anuales, lo que equivale a 4.1 mil millones diarios. México y Canadá son los principales socios comerciales de Estados Unidos, mientras que Estados Unidos es el mayor mercado de exportación para ambos. En el caso de México, el 80% de sus exportaciones tienen como destino Estados Unidos, consolidando una relación estratégica para el crecimiento económico.
El impacto en el empleo también es significativo. Según el Departamento de Comercio de Estados Unidos, aproximadamente 12 millones de empleos en ese país dependen del comercio con México y Canadá. En México, se estima que el T-MEC ha contribuido a generar más de 1 millón de empleos formales desde su implementación, especialmente en sectores como la manufactura y la industria automotriz.
El T-MEC supera en escala a otros acuerdos comerciales como el Mercosur o la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Mientras que el comercio intra-Mercosur alcanza los 58 mil millones de dólares anuales, América del Norte mueve más de 25 veces esa cifra. La integración regional bajo el T-MEC no tiene comparación en términos de profundidad y volumen económico.
En un contexto global marcado por el crecimiento de economías asiáticas como China e India, América del Norte debe permanecer unida. La competencia por dominar industrias estratégicas, como la tecnología, los semiconductores y la energía, exige una cooperación más estrecha. Un T-MEC fortalecido es crucial para competir con bloques como la Unión Europea o la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), que incluye a 15 países de Asia-Pacífico.
El desafío no radica únicamente en mantener el comercio fluido, sino en aprovechar las oportunidades que el T-MEC ofrece para innovar, atraer inversión y aumentar la competitividad del bloque. La unidad económica de México, Estados Unidos y Canadá no solo es una necesidad estratégica, sino también una respuesta esencial a un mundo multipolar.
Mantener el T-MEC no es solo un acto de colaboración; es una apuesta por el futuro de la región. Juntos, somos más fuertes frente a los retos del mañana.