Un buen día me fui a meditar a la montaña, cuando llegué a la cima, me senté sobre una roca que tenía parecido a una pirámide invertida, supuse alguien la había puesto a propósito en ese lugar, tal vez para contemplar la grandeza de aquel valle, tal vez para delimitar el espacio entre el cielo y la tierra; la verdad, no lo sé, pero a mí me pareció perfecta para acomodar mi humanidad y explorar en mi interior aquello que tanto inquietaba a mi espíritu, pues tenía ya un buen tiempo que había estado soñando repetidamente un angustioso evento, en donde me veía llegar a una ciudad lejana, y estacionaba mi auto frente a un lujoso hotel donde se celebraba una reunión muy importante; y habiendo entrado me dirigía después a un gran salón, donde se encontraba una multitud ataviada con ropa de gala y que denotaba un comportamiento refinado.
Como todos estaban inmersos en la temática que se exponía, nadie parecía percatarse de mi presencia, de ahí que busqué donde sentarme, mas, como no conocía a nadie, me senté discretamente junto a unos desconocidos; después de un par de horas, decidí dejar aquel evento, donde por cierto, no me sentía a gusto; caminé rumbo a la salida, pero por más afán no la encontré, y después de recorrer por un buen tiempo aquel enorme edificio, por fin di con la salida, y cuál fue mi sorpresa, que mi auto había desaparecido; de pronto pensé que lo había estacionado en otro lugar y lo busqué cuadra por cuadra en un área de dos manzanas, pero no tuve éxito, y para colmo, empezaba a oscurecer, aumentando así mi desesperación, despertando sobresaltado.
Al término de lo narrado, empecé a dilucidar el significado del sueño: La cima de la montaña es el lugar donde se está más cerca de Dios y suele ser el corazón, la pirámide invertida significa el sustento de la fe, que inicia por algo muy agudo y termina ser tan grande cuanto se va adquiriendo la sabiduría que te obsequia el Señor.
El propósito de la meditación, es la búsqueda en sí mismo de las respuestas a lo que nos agobia. La grandeza del valle son las oportunidades que nos ofrece la misericordia de Dios para enmendar nuestros errores y sanar nuestras heridas; el límite entre cielo y tierra es el infinito; el hecho de acomodar nuestra humanidad y depositar toda confianza en la sabiduría divina, permite abandonarnos en las manos de Dios cuando nos invade el miedo.
La ciudad lejana es el cielo y el gran evento es el día del juicio, donde se presenta la multitud con sus mejores obras para agradar al juez supremo. El hecho de no encontrar fácilmente lugar entre aquella multitud es porque se busca estar entre los justos; el salir del salón y buscar la salida es para regresar por el camino para evitar tropezar de nuevo con el pecado; el extravío del auto es la forma con que se deberá actuar en lo sucesivo: Humildad.
Ahora sé que no debo de preocuparme por aquello que me causa temor, porque siempre contaré con la comprensión y el perdón de quien me ama de verdad.

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