Raúl se encontraba sorprendido de lo que Don José expresaba al ir describiendo el escenario mágico en el que había descubierto un gran tesoro;de momento, Raúl desviaba la mirada hacia mi persona tratando de encontrar el mismo asombro, pero para mí, aquel relato de don José no era nuevo, y en su momento, me embargó la misma emoción que a él. Después de una fantástica y amena charla, aquel buen hombre se despidió bendiciendo nuestro quehacer y nuestra persona.
Al quedar solos y previo a continuar con las tareas propias de nuestro oficio, saqué de su cavilación a Raúl y le pregunté: ¿Qué estas pensando? y él aún emocionado, me dijo lo siguiente: ¡Qué extraordinario hombre! me bastaron unos minutos para ver reflejada en su mirada lo que tanto busqué y había considerado extraviado en los hombres. Vaya Raúl, le contesté, en verdad te ha impactado ese diálogo con Don José, pero dime, ¿qué fue lo que encontraste? Raúl, eufórico, respondió: El potencial creativo de todo ser humano, aquel que no distingue diferencias entre raza, género, situación económica, ni credo. Don José, continuó diciendo Raúl, no es un hombre invisible, es una entidad plena y representativa de lo que es la humanidad pensante, que si bien es cierto, está muy consciente de su estatus, posee un extraordinario pensamiento mágico; se fijó usted en el brillo de sus ojos, el dinámico movimiento de sus brazos, cuando describía el gran hallazgo de su vida mientras se encontraba en soledad en aquellos parajes vírgenes de la sierra donde cuidaba los caprinos de pastoreo; cómo pudo ver en aquellas piedras lo que muchas veces pasa desapercibido a los ojos de otros seres humanos, cómo puede describir la morfología del arte a detalle de lo que a su vista y pensamiento son verdaderas obras, que a mi juicio, podría contender con las expresiones artísticas de los grandes; si el hombre no fuese tan complicado y viera en lo simple la obra de la naturaleza, bien podría don José estar exponiendo su colección de fabulosas piedras, que para mí, gemas naturales, en el mejor centro de arte moderno. Al notar mi silencio, Raúl me preguntó: ¿Acaso lo estoy aburriendo? Por el contrario Raúl, estoy sorprendido de como tienes desarrollada una gran capacidad para describir los sucesos de tu entorno, que te llegan a interesar, podría asegurarte que de pulir un poco más tu narrativa, podrías en algún momento de tu vida llegar a figurar en las letras.
Sus palabras me dan confianza, estoy convencido que el arte no se limita sóloa la música, la pintura, la escultura o la escritura, el arte es la evidencia objetiva del sentir del hombre, sentir que despierta en él y en quien disfruta su obra las mismas emociones sublimes y gratificantes que denotan su grandeza. Yo creí haber perdido esa importante parte del ser creativo que llevamos todos por herencia ancestral, pero ahora, a través de la mirada de Don José, la pude encontrar.
Raúl es un joven médico de pregrado, que llegó a mi consultorio para cumplir con la práctica de consulta externa, pero como podemos constatar, a los pocos días, descubrió las bases del humanismo, donde se cimienta la medicina.
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