La historia del conflicto entre Tamaulipas y Nuevo León por el agua de la presa “El Cuchillo” y un posible acueducto desde el río Pánuco hasta Monterrey, nunca ha sido, como dicen los españoles, miel sobre hojuelas.

Por el contrario, empezó a escribirse con enfrentamientos que casi llegaron a la violencia entre productores tamaulipecos y activistas nuevoleoneses. Los primeros por defender su derecho histórico al líquido y los segundos por la grave insuficiencia del mismo en la urbe regiomontana.

El tema, queda claro, no es nada nuevo- Y para confirmarlo le invito a escarbar en el pasado cercano al reproducir aquí una colaboración de su servidor, publicada en septiembre de 2016, precisamente sobre los dos escenarios citados.

Con su permiso, va la columna:

“Era 1994, casi en el inicio del mandato de Manuel Cavazos Lerma.

De ese tiempo, han pasado 22 años (hoy suman ya 28) de la llamada “Guerra del Agua” entre Tamaulipas y Nuevo León, provocada por la construcción de la presa “El Cuchillo”, autorizada por el presidente Carlos Salinas de Gortari como concesión graciosa a sus paisanos por adopción.

Fue una ríspida experiencia interestatal que ocasionó la única marcha pública de protesta que un gobernador tamaulipeco ha encabezado. Partió de la Liga de Comunidades Agrarias en Victoria y terminó en los juzgados federales, en un intento de solicitar un amparo contra la operación de ese vaso, que desvió agua destinada al distrito 026 para llevarla a la zona metropolitana de Monterrey. Resultó fallido, porque ningún juez estaba en funciones en esa tarde.

Parecía que la sangre llegaría al río por la posibilidad de una reacción violenta de los productores tamaulipecos, pero el poder presidencial obligó a Tamaulipas a aceptar un acuerdo mediante el cual Nuevo León regresaría por lo menos el 80 por ciento del caudal sustraído, en aguas tratadas para la agricultura mediante tres plantas que el gobierno nuevoleonés levantaría.

La primera de ellas, llamada Dulces Nombres, fue motivo de una glamorosa reunión entre gobernadores para inaugurarla. Todo parecía bien, pero el engaño afloraría en los meses y años siguientes. Nuevo León no regresó ni la mitad del líquido tratado y los agricultores tamaulipecos pagaron las consecuencias. Un engaño que quedó en la impunidad, por el valegorrismo del gobierno vecino.

Ahora, otra amenaza en ese sentido aparece con un nuevo acueducto.

¿Qué otro timo se prepara?

¿Volverán a prometer que devolverán el favor con beneficios colaterales para los tamaulipecos?

Pueden aventurarse diversas especulaciones sobre el tema, pero la historia muestra que los regios –como gustan auto definirse– se llevan cercas cuando de imponer sus intereses se trata”.

Hasta aquí aquella columna, que muestra que poco ha cambiado el escenario y parece hoy tan vigente como en la fecha que se publicó, seis años atrás.

No, no es nuevo el tema. Por el contrario, el intento de abuso cada vez se hace más viejo…

 

NUEVA FÓRMULA EN LA UAT

Como tamaulipeco, me complace el giro que ha dado el nuevo Rector, Guillermo Mendoza, a la UAT.

Nadie puede negar el avance docente y desarrollo en infraestructura que registra la que para muchos, incluido quien escribe, es una entrañable Alma Mater. Ese progreso se ha sostenido por décadas en sus diversas etapas.

Pero faltaba algo. Y se lo ha dado esta recién iniciada administración: La cercanía con los universitarios.

En pocos días, el Rector ha recorrido gran parte de los campus de la institución para dialogar y apoyar en los hechos a maestros, alumnos y personal en general, lo que la ha permitido percibir directamente las prioridades y necesidades de las unidades académicas. Hace tiempo no veía en la UAT una actividad que rebasa la enseñanza y se adentra en las emociones de los universitarios.

Bien por el C.P. Guillermo Mendoza. Combinar la enseñanza con el humanismo es una fórmula positiva que cosechará sin duda más logros…

 

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