De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española cuando decimos “en ridículo”, como locución adverbial del adjetivo “ridículo”, significa: expuesto a la burla o al menosprecio de las gentes, sea o no con razón justificada.

 

Y es que sorprende el grave cinismo que muestra una vez más Cabeza de Vaca, ahora en su última aparición en redes sociales haciéndose pasar por víctima, cuando las verdaderas víctimas de su gobierno, somos el pueblo de Tamaulipas.

 

Habría que preguntarle desde la ciudad donde residen los tres poderes, ¿Cuántas veces se paró en alguna colonia de la capital del estado en los 6 años de gobierno? ¿Por que solapó el binomio destructor Xico-Pilar para nuestra ciudad a pesar de las evidentes indiferencia y negligencia? ¿Se ha medido en una encuesta recientemente? Sugiero urgentemente lo haga, para que vea su realidad electoral, digo, si es que no le bastó con la monumental derrota del año pasado, pues que se mida.

 

Porque no solo con sus aires de grandeza despojó ilegítimamente a tamaulipecas y tamaulipecos de bien de sus propiedades y derechos, y robó tanto como pudo, sino que, además, se robó la ilusión de miles de tamaulipecos que creyeron en 2016 que sí era posible tener un gobierno diferente. Aquí debo aclararle, estimado lector, que yo fungí -sin formar parte de ningún partido político- como segundo síndico en el ayuntamiento de Xico, y también fui el único miembro de dicho cabildo victorense que enfrentó a Cabeza de Vaca y su gobierno, prueba de ello las represalias que sufrió mi familia como la mayoría de los victorenses lo sabe.

 

¿Cuál es su lucha? ¿Cuál es su causa? ¿A quién representa? Ya no tiene legitimad para abanderar algo, después de gobernar abusivamente poniéndole los cuernos a la gente.

 

Por eso, repito, llaman la atención sus nuevas publicaciones -plagadas de faltas de ortografía que, aunque luego seudo corrigió-, nótese: Quiere ser Presidente y no sabe escribir. Y en ellas hace alarde de que él no se raja, y que él no se dobla ni se vende.

 

Si no se rajara hubiera hecho un gobierno sensible, cerca de la gente, pero prefirió gobernar reflejando todos los días su soberbia forma de ser. Y sí se dobló ante su verdadero patrón: el dinero. Y sí se dobló, pues los tamaulipecos lo castigamos severamente en las urnas. Y sí se vendió, la corrupción compró la congruencia que presumía en la campaña de 2016.

 

A pesar de ello su esquizofrénica actitud lo hace creer a sí mismo que es un gran actor  político, cuando un político se mide en función de su congruencia y de su respaldo popular, cosas de las que evidentemente carece.

 

La verdadera base panista le reprochan y atribuyen al cabecismo el desgaste de dicha institución política. Dicho de otra manera, quienes conocen las entrañas del panismo saben que el problema de la institución y su desgaste en la entidad es precisamente por él y su familia. De ahí lo desfasado que resulte su sueño sin sustento; no todo en la vida política es dinero y corrupción.

 

Un buen reto sería que se midiera por una encuestadora, por ejemplo, en la capital del Estado para que advirtiera su penosa realidad política, salvo que llamen al Poder Judicial Federal y tal vez conteste el Juez Faustino Gutiérrez, con ese voto cuenta desde luego.

 

En fin, aceptara o no su descrédito social en Tamaulipas, sus nuevos videos victimizándose lo sitúan con razón justificada tal como dice el Diccionario de la RAE, en el ridículo.

Bien dice la frase: “Saber marcharse a tiempo es ciertamente la operación más difícil que cabe acometer” y si como cree, él va al volante, debería voltear a ver el retrovisor de la historia de ex mandatarios tamaulipecos que osaron asumir una sensación similar.

Le deseo éxito en otros lados, con la cínica victimización, porque en Tamaulipas a nadie volverá a engañar.