Regreso siempre que puedo y cuando no puedo regresar me quedo triste, porque mucho aprendí cuando estuve allá, porque mucho dejé cuando partí de aquel lugar, porque mucho amé sin necesidad de pedir que me amaran, porque sólo me bastaba el sentir que formaba parte de todo aquello, porque era esa mi realidad.
Regreso por el mismo lugar por donde partí aquel día, y aunque mucho ha cambiado todo, mis ojos se empeñan en ver lo que antes vi, porque ahora sé que si mis ojos pudieron guardar tan gratos recuerdos, no pueden imaginar lo que guardo en mi corazón que tanto sintió, que tanto amó aquel lugar.
Regreso y me basta con estar solo sentado como si no existiera, y aunque no estoy donde debería de estar, respiro el mismo aire, veo el mismo cielo, y en aquellas paredes de adobón de las casas de ayer, veo las mismas paredes y los mismos colores de la casa de mis mayores, y veo también cómo el verde musgo que nunca muere se aferra a pisos y rebordes de los gastados escalones, mientras que los helechos que parecen nacer de la nada, se ven colgando de las orillas de los techos, y aunque no viera nada, yo los vería, porque como yo nunca se fueron.
Regreso y aunque no me quisiera ir, dejo en eterna espera mi sombra consternada, que lo mismo se irá conmigo cuando el sol de vaya, y aquella alegría que nadie entiende y es por muchos criticada… aquella alegría, es sólo mía y de nadie más.
Regreso por el mismo lugar donde partí aquel día, regreso, y por el camino voy pensando si en verdad me fui de aquel lugar.

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