Justo cuando las maletas están casi listas y los paisanos comienzan a llegar, los agricultores anuncian un bloqueo carretero para este miércoles 18 de diciembre.

Es decir, en plena temporada alta, con miles de automovilistas tomando las carreteras de Tamaulipas para reencontrarse con sus familias. El reclamo de los productores es válido, pero ¿por qué siempre tienen que pagar justos por pecadores?

El problema es claro: los agricultores exigen mil millones de pesos, pero ese dinero, según el secretario de Desarrollo Rural, Antonio Varela Flores, corresponde al Gobierno Federal.

Desde el lado del Estado, asegura que ya hicieron su parte, al entregar 270 millones de pesos en especie con semillas de sorgo, trigo y diésel para los productores más necesitados.

“El gobernador cumplió con su palabra”, dice Varela, y detalla que 7 mil productores resultaron beneficiados mientras otros 2 mil quedaron fuera, porque sus solicitudes no cumplían con los criterios o pedían montos muy elevados. Además, explica que algunos retrasos se debieron a que hubo quienes quisieron el apoyo en efectivo, algo que no estaba contemplado desde un inicio.

Sin embargo, la inconformidad persiste y, como muchas veces ocurre, el reclamo termina en las carreteras, con bloqueos que afectan a quienes nada tienen que ver en el asunto. Ahí es donde todo se complica: mientras los agricultores exigen lo suyo, miles de familias, paisanos, y operadores del transporte federal quedan atrapados en el tráfico, pagando un precio que no les corresponde.

El secretario Varela lo dice claro: Tienen derecho a manifestarse, pero lamenta que esa medida pueda retrasar aún más las cosas, especialmente en el norte del Estado. Además, hizo un llamado a los automovilistas para que tomen precauciones en la zona de Higuerillas, donde se espera el bloqueo.

Aquí nadie está diciendo que los agricultores no tienen razón. Reclamar es válido y necesario, sobre todo cuando hay dinero pendiente que no llega.

El problema es el cómo y el cuándo. Porque bloquear una carretera en temporada vacacional no sólo genera enojo y caos; también le resta fuerza a un reclamo justo.

Y mientras el conflicto sigue, los paisanos y viajeros, que sólo quieren llegar a tiempo con sus familias, se convierten en daño colateral. ¿No habrá otra manera de presionar sin afectar a miles de personas?