“El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos”…

Michael Jordan

 

Un día después de la elección en la que ganó el médico Américo Villarreal Anaya la gubernatura de Tamaulipas, quien escribe escuchaba lo que parecía un panorama inquietante para el nuevo mandatario.

Mi interlocutor había sido uno de los hombres de plena confianza de César Verástegui en su campaña y héroe de mil batallas electorales en varias trincheras, casi todas del PRI, pero que en esa ocasión por azares de la vida le había tocado tratar de ayudar al Partido Acción Nacional, con “El Truko” como abanderado.

Con unas tazas de café en medio de los dos, el personaje –omito el nombre porque ya labora en otras parcelas– dibujaba un escenario que podía quitar el sueño al más pintado. Palabras más, palabras menos, le expongo aquí el futuro que en la percepcion de ese amigo se cernía ominoso para la nueva administración.

“Será muy difícil gobernar en el escenario político, económico y social que le heredaron a Américo”, me dijo, Y puso sobre la mesa sus razones:

“Américo tendrá en contra los dos poderes restantes: al Congreso Local y a la Suprema Corte de Justicia” y agregó: “No sólo son esas dos fuerzas que enfrentará, que ya son por sí solas un dique gigantesco, sino también tendrá como opositoras a la Fiscalía General de Justicia y al Fiscal Anticorrupción, además del Auditor Superior del Estado. Y no olvides a la Universidad Autónoma de Tamaulipas, que es un factor real de poder”, asentó. “Todas esas instancias le deben lo que son al gobernador que se fue”, sentenció.

Fue más prolífico aún en su exposición al incluir dentro de los grupos políticos opositores a los partidos que acompañaron a Verástegui en el frustrado intento de llegar al Palacio de Gobierno, así como a algunos destacados dirigentes de la iniciativa privada y varios alcaldes panistas. Y remató: “Y a eso agrégale la falta de dinero. Como siempre sucede en un nuevo gobierno”.

En ese momento parecía tener sobrada razón el experimentado político. En verdad parecía un camino tortuoso el que debía seguir el flamente Jefe del Ejecutivo estatal.

Ha pasado un año de ese encuentro. ¿Y cuál es el balance del primer año de gobierno de Américo?

En lo personal, queda claro que esa plática parece no haber existido. Ninguno de los proósticos de ese buen amigo se ha cumplido con un Congreso ahora con mayoría morenista, un Poder Judicial no renovado pero sometido, una Universidad que es aliada sin excepción del gobernador, una casta empresarial que camina al son que le marcan desde el 15 Juárez, unos partidos que si bien no se han uncido formalmente al color guinda no ofrecen resistencia y prácticamente todos los ediles azules, incluido Jesús Nader en Tampico, que pronto olvidó a su mecenas, están alineados con Villarreal Anaya.

¿Ha sido fortuito esto?…¿Ha sido una serie de golpes de suerte?

Por supuesto que no. En la política no existen casualidades ni destinos predeterminados. La verdad y hay que admitirlo, es que el talante conciliador pero severo del doctor Villarreal ha sido la constante de una fórmula que si bien ha usado el diálogo como herramienta, también ha aplicado el viejo pero útil método de recordarles a los adversarios que todos tienen cola que les pisen. Y en algunos casos tan larga que se puede enredar en los barrotes de una celda.

Ciertamente a un año de gobierno subsisten quienes todavía creen tener los arrestos para desafiar al nuevo círculo del poder, como son el Fiscal General de Justicia, el Auditor Superior del Estado y el Fiscal Anticorrupción, pero quienes parecen ser los Tres nás Odiados de Tamaulipas están tan acotados en sus funciones que se han convertido en lastres que en lugar de ayudar estorban a quien los impuso. Por fortuna es cuestión de tiempo decirles adiós.

Tal vez la asignatura pendiente es la de las finanzas públicas, debido en gran parte a las desoladas arcas que dejó la administración cabecista, pero que paso a paso, ciertamente más lento de lo deseable, ha empezado a recuperar la dinámica requerida por el Estado.

No he vuelto a ver al viejo zorro que me presentó hace un año un futuro desolador en Tamaulipas y de quien no recuerdo haberlo visto equivocarse en sus apreciaciones.

Bueno, si lo veo y hablo con él le podré decir como asienta la voz popular, que siempre hay una primera vez…

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