Hace unos días, recibí un regalo hermoso y muy interesante de parte de nuestra compañera Claudia Guerrero Crespo, de la Dirección de Relaciones Interinstitucionales y del Protocolo de la Cámara de Diputados, que además de formar parte de nuestro espléndido y profesional equipo “de Protocolo” –como son conocidos por todos nosotros con mucho afecto–, tiene una magnífica y consistente formación de historiadora. Ella, junto con María Hernández Ramírez, Ignacio Rodríguez García y Octavio Martínez Acuña, se dieron a la tarea de preparar un libro de más de 600 páginas titulado “El Museo Nacional, de 1825 a 1876. Organigrama histórico”, editado por la Secretaría de Cultura, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y Chapa Ediciones.
Se trata de un trabajo que les llevó años en su realización, en el que se hace acopio de una cantidad muy grande de material fotográfico de lo que habría de ser el primer Museo Nacional de México, y que hoy alberga al Museo de las Culturas del Mundo en la emblemática dirección de Moneda 13 en el Centro Histórico de la ciudad de México, a un costado de Palacio Nacional.
Su origen se remonta al período inicial de nuestra vida independiente, cuando en 1825 el primer presidente de la república federal, Guadalupe Victoria, dispusiera la creación inmediata de un museo que tuviera como función esencial la articulación de los materiales culturales, arqueológicos e históricos, que estaban desperdigados en diferentes lugares y manos, a fin de reconstruirlos ideológicamente en función de una nueva figura de la historia y mostrar no sólo a México, sino al mundo entero: la nueva nación política con pueblo soberano.
El libro ofrece entonces una reconstrucción de un primer ciclo de nuestra historia independiente, que va precisamente de la instauración de la república federal en 1824-25 al inicio del Porfiriato en 1876, y se organiza en nueve secciones que van del inicio del trabajo de organización de una primera selección de objetos y la formación de colecciones de fines del período virreinal a la reorganización que de todos estos materiales –más lo que se fue acumulando– se hizo en la restauración de la República por Juárez, en 1867, mostrándonos un bastidor amplísimo en el que es posible ver la historia nacional refractada en este museo que por tantas razones es literalmente el símbolo de todo un pueblo.
Sabemos todos que una de las mejores formas de conocer la historia de una nación es a través de sus museos, figura que reviste una importancia de primera magnitud desde el punto de vista de la filosofía de la historia de un pueblo, pues en la selección de lo que debe de verse y lo que no debe de verse está cifrada una compleja dialéctica política e ideológica a través de la que una nación cobra consciencia de su pasado y su presente, y sobre todo su futuro.
Los museos que explican la historia nacional son para mí el Museo Nacional de Historia (el Castillo de Chapultepec), el Museo Nacional de Arte, el Museo Nacional de Antropología e Historia y el Museo Nacional de la Revolución. A esta lista habría que añadir también el Museo Nacional de las Culturas del INAH, que, gracias al admirable y paciente trabajo de los autores de este libro, podemos valorar ahora con mucha mayor perspectiva y amplitud para darnos cuenta de que ni la historia de la historiografía mexicana, ni la de la antropología mexicana, se entienden sin él.
Felicito sinceramente a nuestra compañera Claudia Guerrero Crespo, quién recientemente presentó su obra en la Feria Internacional del libro del Palacio de Minería, celebro que dentro de la Cámara el interés por la historia, la filosofía y las humanidades sigan creciendo. Invito a usted, estimado lector, lectora a estar pendiente de la participación de la Cámara de Diputados, a través de su Consejo Editorial, en las principales ferias de libros en nuestro país, todas las publicaciones ahí presentadas se distribuyen de manera gratuita. Del 11 al 19 de marzo podrá visitarnos en la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán (FILEY 2023), que se llevará a cabo en el centro de convenciones Siglo XXI de la ciudad de Mérida.
La autora es Secretaria General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión