Qué gran privilegio me ha otorgado Dios, venir al mundo sabiéndome muy amado por mis padres, mis hermanos, mis amigos, por la mujer que aceptó ser mi compañera de viaje; todos ellos descubrieron en mi persona un gran defecto: La necesidad de sentirme amado todos los dÃas y para siempre. He de confesar, que cuando el Señor decidió que iniciara mi enseñanza en la tierra, el separarme de su lado, me dejó un gran vacÃo, pero ¿quién soy yo para cuestionar su voluntad? Él sabÃa que el camino era largo y lleno de retos, y que más que sufrir un doloroso calvario, servirÃa para conocerme a mà mismo y para conocer el corazón de todos aquellos con los que he habrÃa de compartir el recorrido.
Antes de partir de la casa de Dios, mi espÃritu angustiado le dijo: Pero mi Señor, yo estoy muy bien a tu lado, por qué he de irme del paraÃso. El Señor sonrió y dijo: Anda vete ya, que te están esperando, igual serás amado, igual amarás al que te ame como yo te amo.
Ahora sé que un espÃritu no puede acceder a la vida terrenal sin tener que experimentar una metamorfosis, pasar 9 meses en un vientre materno, viviendo una transición que te permite escuchar y le permite desarrollar una estructura tan especializada llamada cerebro, del cual sólo ocupará un 10% de su capacidad, y en casos extraordinarios, podrás desarrollar un potencial aún mayor muy especial, y esto es para demostrarle al mundo, que para Dios no hay imposibles.
Ah… mi primer amor en la tierra, tan parecido al amor del Padre Celestial, amor incondicional, una verdadera entrega total, cómo no amar a mi madre, si es tan parecida a mi Señor, ella me hizo sentir que soy invencible, me acompañó y me alentó en mi recorrido, me ayudó a levantarme en las caÃdas, enjugando con sus lágrimas mis heridas, protegiéndome de los que no querÃan que creciera; mi padre terrenal siempre fue receloso de su compañÃa, pero sin quejarse se ocupó de lo que tenÃa que hacer, me enseñó un oficio y cuando me vio suficientemente fuerte se alejó de mi para que siguiera mi camino. Después conocerÃa a mis hermanos, algunos de ellos aprendieron del Padre a través de mÃ, cuando tenÃan dudas y querÃan ver al Padre, les decÃa que conociendo a Jesús lo conocerÃan a Él, siempre les ha costado mucho entender lo que les digo, pero han aprendido por ellos mismos que el camino, la verdad y la vida, es el camino que nos conduce a nuestro Señor.
Ya se acerca el dÃa, sé que muchos habremos de acudir a su llamado y lo seguiremos, recordando su promesa de que se quedarÃa con nosotros por los siglos de los siglos, hasta el fin de nuestros dÃas.
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