Cuando tenía 15 años empecé a escribir lo que daría en llamar “El libro de mis sueños” me compré un diario personal y por las tardes, después de regresar de la secundaria me ponía a evocar el recuerdo de lo que había soñado, de ahí que se fueron llenando las hojas del libro; decidí dividirlo en secciones o capítulos, inicié con los sueños de la niñez, narrando los sueños vividos, que por su claridad parecían reales, y no fantasías. detallando elementos visuales, auditivos y táctiles, lo que me ocasionaba emociones intensas, algunas veces alegóricas otras veces tristes; al término del capítulo, siempre quedaba una pregunta sin contestar: ¿Quién soy? Lo mismo pasó en cada una de las otras etapas de mi desarrollo; en la etapa de la juventud mis sueños siempre incluían esfuerzos inusitados por conservar todo aquello que consideraba valioso, resaltando los valores familiares, dicho de otra manera mi centro era la familia, de ella dependía casi el noventa por ciento de mis momentos de felicidad, el otro diez por ciento se significaba por el establecer amistades sólidas, de las que llamamos verdaderas, que por cierto, son tan escasas que se cuentan con los dedos de la mano, para mi desgracia, algunos de ellos pasaron a mejor vida en forma temprana, debido a enfermedades o a accidentes, motivando que no contara con el gran apoyo moral para paliar las situaciones que impactaban mi equilibrio emocional en los momentos difíciles que se van presentando en la vida, de ahí que al término del capítulo surgía de nuevo la pregunta sin respuesta: ¿Quién soy?

Cuando escribía el capítulo sobre los sueños de mi adultez, siempre tenía algunas pesadillas recurrentes sobre los obstáculos que me impedían lograr las metas que me proponía, no eran metas para allegarme ganancias económicas o cosas materiales, era para reconocer en mí a la buena persona que creía ser, para entonces, la interacción con personas que aparentaban ser amistades, resultaron ser los obstáculos primarios para dificultar mis avances, me percaté del hecho de la existencia de fuerzas contrarias para realizarte como persona de bien; estas personas emanaban por igual de los círculos más cercanos que de aquellos en los que ya te habían clasificado como competidor, rival, o llegué  a cuestionar si el hecho de pensar o actuar diferente a los que habían adoptado ya una cultura que privilegiaba como correcto, los anti valores, para llegar a como diera lugar a las metas que se proponían, era lo que me impedía ser aceptado dentro de los círculos de pseudo triunfadores.

Cuántas otras hojas del libro de los sueños escribiré en la actualidad, la verdad, a últimas fechas, sólo he tenido pesadillas que me despiertan por la noche, tratando de que no me duerma, tal vez para advertirme de que acontecimientos próximos podrían robarme la esperanza de intentar seguir siendo una buena persona.

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