En el ritmo de la Liturgia de la Iglesia Católica hoy se celebra el segundo domingo de Adviento. Que decía la semana pasada, Adviento significa “Venida” y la Iglesia invita a recordar que Jesús va a volver a juzgar a la humanidad, y que todos se deben de preparar para este encuentro; primero el encuentro personal cuando llegue la muerte física, y luego el encuentro con Jesucristo cuando sea el Juicio Final.
Por eso dice San Pedro en la segunda lectura de la misa dominical: “Nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por lo tanto, queridos hermanos, apoyados en esta esperanza, pongan todo su empeño en que el Señor los halle en paz con él, sin mancha ni reproche.
La otra “venida” es prepararse para la celebración de lo que se llama “Misterio de la Encarnación” que es para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, Jesucristo el Señor, por medio de la Santísima Virgen María.
En el texto del Evangelio de este domingo, Mc. 1:1- 8, San Marcos comienza su Evangelio diciendo que Jesucristo es Buena Noticia, que Jesús es el Hijo de Dios. Después cita el libro del profeta Isaías: “He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino.
Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”. Identifica a este mensajero con Juan el Bautista.
Juan el Bautista habla, predica, es voz que anuncia y denuncia. Invita al pueblo a volverse a Dios, a recibir el bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados. Su misión es preparar y enderezar los caminos para el Señor.
La gente de toda la comarca de Judea y de muchos habitantes de Jerusalén se acerca a él, se bautiza, pero Juan les proclama: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno a quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.
Los creyentes, siguiendo el ejemplo de Juan el Bautista, también pueden preparar el camino para que Jesús entre en nuestras vidas, para que llegue a los corazones de tantos hombres y mujeres abatidos por la soledad y el hastío, a los jóvenes que buscan un sentido para vivir, a tantos y tantos pobres que no ven una salida a su situación.
Así como Jesús fue noticia para Juan, quien lo anunció en el desierto, así como lo fue para San Marcos que escribió su Evangelio, así como lo fue para tanta gente, así debe ser para los creyentes. Ahí está Jesús con todo su amor, con su proyecto de salvación, con su espíritu.
Nada más falta que abramos el corazón, que preparemos el camino.
Se puede orar con palabras del Salmo 84: “Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador. Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra”.
Que Dios hecho hombre, llene su corazón de amor y lo sepan dar a los demás.