“Mas tú cuando des limosna, haz que tu mano izquierda no perciba lo que hace tu derecha, para que tu limosna quede oculta; y tu Padre, que ve lo más oculto, te recompensará en público” (Mt. 6:2-4)

Cuando el jardín fue muy florido era visitado por todos, y los que asistían a los encuentros familiares gustaban de cortar las flores a su gusto para exhibirlas como suyas; había también quienes por su amargura, envidiaban tanta belleza, por ello, trataban de sacar de raíz las plantas, más el bondadoso jardinero, por amor, dejaba que unos y otros hicieran aquello que podría hacerlos sentir bien o menos mal; nunca se preguntó la causa del comportamiento, nunca juzgó, nunca castigó a quien lo merecía, porque su corazón era puro, porque Dios había sido tan bueno, que con su obra, permitía mantener unida a su familia.

Cuando el jardín empezó a declinar, debido a que por la edad, el jardinero se veía impedido de mantenerlo hermoso, aquellos que disfrutaban y presumían de ser dueños de aquel bendito jardín, empezaron a marcharse, poco después fueron convocados por el jardinero para que mantuvieran el mismo esplendor del jardín de sus amores, muchos fueron los invitados, pero pocos los elegidos, a los que se sintieron moralmente comprometidos se quedaron, pero al poco tiempo, vieron que mantener el esplendor de antaño del jardín requería más que el esfuerzo físico del amoroso cuidado; molestos por no poder dar esto último, empezaron a renegar de lo que al principio parecía la mejor de sus obras y dejaron que su corazón se llenara de sentimientos mezquinos, reclamándose unos a otros la poca participación para que el jardín no muriera, más que por falta de atención, sí de tristeza, al comprender el jardinero que la obligación, nunca podrá transformarse en amor.

Cuando tu corazón te llame a solidarizarte con alguien, déjate llevar por el amor para realizar la obra, pero si sientes que aquello que haces te mantiene molesto, es mejor retirarte de lo que aseguras haces por amor, porque causas mucho más dolor del que pretendes sanar.

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