Qué ligera suele ser el agua que cae por las mañanas sobre nuestra cabeza, que pudiendo recibirla fresca y diáfana, por venir del cielo de nuestro existir, busca con afán el consuelo, de recibirla bajo la ducha, que no escucha nuestro clamor y desconsuelo, y que más que procurar la limpieza de nuestros pensamientos y de su claridad, pareciera que lucha por quitar la sed de las promesas no cumplidas, como la de ser feliz, y todo por padecer de la vital fortaleza, que todos buscamos tener al empezar el día, y que por su indeseada ausencia, nos dejamos vencer por el desánimo y la tristeza, que roban nuestra paz y la entereza, para dejarnos abatir por la apatía y la indiferencia.
Qué distante se ve la luz de la sabiduría, cuando el hombre insiste en exhibir su talante, sin la humildad requerida, qué lejos del despertar a la luz tan querida, cuando la mente se empeña en seguir plácidamente dormida.
Cuánto pesa el ser necio y arrogante, cuando se debe ser razonable, cuánto orgullo mancillado y ofendido, queriendo ser el dueño de la verdad discordante.
Líbrenos el Altísimo con su omnipotente poder, de nuestra estéril lucha por ir adelante, cuando pronunciara con antelación, que los últimos serán los primeros y esperar con paciencia debemos, la voluntad del Padre.
¡Oh mente! otrora joven, otrora lúcida, descansar sin duda debes, para que dejes el pesar que te causa la temible duda por saber si has obrado bien o has obrado mal, pues de ser tu naturaleza de origen dual, en ocasiones te manifiestas con sorpréndete inteligencia y otras, como si obraras sólo por un instinto animal.
Despertar quisiera de todo aquello que me hace tanto mal, para enfrentarlo sin miedo en batalla campal, que mi espíritu confía vencer a mi peor enemigo, ¿qué quien debía de ser?: El ánimo de no estar bien consigo mismo.
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CRÓNICAS POLÍTICAS
Otro show en el Congreso local
Alberto Guerra Salazar
Apenas un puñado de personas se reunió ayer en la sede estatal del PRI, para recordar al médico Rodolfo Torre Cantú en el aniversario número 13 de la emboscada que le costó la vida, ocurrida un 28 de junio pero del año 2010.
Rodolfo iba a ser Gobernador de Tamaulipas pero una conjura política le cortó la vida a pocos días de concluir la campaña electoral. Su hermano Egidio prometió entre pucheros, que no descansaría hasta castigar a los asesinos, rindió protesta como Gobernador, se empachó de dinero oficial, vivió como sultán y ahora gasta la fortuna, refugiado en Nuevo León.
No volvió ni por la feria, diría cualquier hijo de vecina.
Desde esa fecha, el PRI también cayó en desgracia pues seis años después, el candidato tricolor Baltazar Hinojosa Ochoa perdió la elección a manos del panista Francisco García Cabeza de Vaca.
Existe la presunción de que Egidio vendió la sucesión a Cabeza de Vaca, a cambio de borrón y cuenta nueva, es decir, de impunidad hacia los actos de corrupción que se asegura, cometió consuetudinariamente.
Entre las personas que asistieron al evento de ayer figuran Alejandra Cárdenas, Lucino Cervantes, Sergio Guajardo, Fernando Méndez, José Benítez y por supuesto, el anfitrión Carlos Solís Gómez.
La presidenta del PRI victorense Arlette Marcos Ruiz tuvo a su cargo la lectura de la semblanza del médico Torre Cantú, quien hizo una carrera política consistente y esforzada, hasta conseguir la nominación a Gobernador.
Rodolfo fue victimado cuando viajaba rumbo al aeropuerto “El Cuerudo”, donde tomaría un vuelo hacia Matamoros, desde donde viajaría por carretera hasta Valle Hermoso.
Dada la magnitud del crimen, la Procuraduría General de la República atrajo desde el primer momento la investigación del caso, pero los agentes federales no consiguieron información de nada.
Existe un dato desconcertante: los asesinos vestían uniformes, falsos o reales, de marinos, y cometieron el delito con precisión profesional.
La emboscada también cobró las vidas del diputado local Enrique Blackmore Smer y de tres escoltas y milagrosamente sobrevivió a las heridas de bala Alejandro Martínez, secretario particular del candidato a Gobernador.
A la muerte de Rodolfo, su hermano Egidio surgió como candidato emergente pero fue una decepción pues hizo un gobierno mediocre, gris, anodino, frívolo