Todos tenemos un Talón de Aquiles o punto emocionalmente vulnerable, y es especialmente socorrido por personas que quieren causar el mayor daño emocional a otra persona, tal vez para desquitarse, por haberse sentido agredida verbalmente, durante alguna discusión donde existieron opiniones diametralmente opuestas.

Nadie quedamos a salvo de sufrir dolor, cuando por la ofuscación, al rebasar los límites de la tolerancia y el buen juicio, se “mete el dedo en la llaga” y como bien dice la frase de Salomón “Quien guarda su boca, guarda su alma; pero el inconsiderado en hablar, sufrirá en perjuicios”.

Son las palabras tan poderosas, que dichas con mala intención, pueden, en un momento dado, derrumbar lo que con paciencia y tolerancia se ha tardado toda una vida en construir; pero qué puede ser más grande que el amor, para olvidar que se pueden tener diferencias de opinión, pero siempre tener suficiente claridad en el corazón, como para saber que hay cosas que jamás se deben decir.

Hay grandes amistades que han terminado por no saber escuchar o reflexionar sobre los motivos de la otra persona, para no conceder la razón, a quien cegado por la ira, deja salir de su boca palabras que jamás hubiera querido decir.

La sabiduría sobre el poder de las palabras que hemos recibido a través de los siglos, nos deja enriquecedoras enseñanzas, he aquí algunas frases célebres alusivas al tema:

“Cierra la boca mientras tu corazón esté cerrado” (Lucio Anneo Séneca).

“En la lengua consisten los mayores daños de la vida humana” (Miguel de Cervantes Saavedra).

“La herida causada por una lanza puede curar, pero la causada por la lengua es incurable” (Proverbio árabe)

“Más veces se arrepiente uno de lo que ha hablado, que de lo que ha callado” (Simonides de Ceos).

“A medida que avanza una discusión, retrocede la verdad” (Autor anónimo).

“Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes estén listos para escuchar; en cambio deben de ser lentos para hablar y para enojarse” (Santiago 1:19).

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