Días atrás, mencionaba en este mismo espacio las posibilidades del Partido Revolucionario Institucional para volver al poder federal o recuperar los estados perdidos, en función de los gobernadores que aún operan con sus colores.
En un país como México, en donde se acuesta uno a dormir en la noche con una realidad y se despierta al día siguiente con otra radicalmente diferente, no se puede ni se debe descartar escenario alguno. Esta bendita tierra es un lugar mágico, en donde lo imposible parece no existir y la lógica es sólo una materia escolar de humanidades en eterna riña con su pariente pobre, el inusual sentido común.
En ese sentido, le referiré si me permite, una curiosa experiencia personal muy cercana.
Ayer, platicaba con un viejo militante priísta de Tamaulipas sobre lo que esperan con el cambio de mando nacional que asoma en ese partido. –¿En verdad creen que es posible que con otro líder el PRI pueda rescatar por lo menos una parte de sus glorias perdidas?, le cuestioné.
Su respuesta no tuvo nada de política, pero sí mucho del espíritu que anida en incontables mexicanos:
“Mira”, me dijo, “si después de 22 años todavía sigo pensando que mi Cruz Azul puede volver a ser campeón, puedo imaginar cualquier cosa. ¿Por qué voy a perder la esperanza de que mi partido gane otra vez?…carajo, si ni siquiera tiene un año que perdió la Presidencia y apenas lleva tres desde que nos quitaron el Estado. No nos entierren todavía…”
Ese, es el verdadero valor del PRI, que es también el de Acción Nacional: Sus militantes históricos, su estructura fiel. Por supuesto, con las excepciones que confirman la regla.
Bueno, pues esa es precisamente la diferencia que arropa al tricolor y a la nube azul y que no anida en el partido en el poder nacional, porque por desgracia para ese organismo está plagado de advenedizos, trapecistas, traidores y mercenarios que más temprano que tarde volverán a hacer lo mismo: Cuidar sus intereses y hundir simbólicamente un cuchillo en la espalda de sus compañeros o peor aún, de quienes creen ser sus amigos.
Con certeza, debe haber militantes realmente convencidos de que la mejor opción es MORENA, debe haber seguidores leales, debe haber idealistas y románticos, gente que en realidad espera un país mejor, pero por desgracia para ellos los “sin patria” son quienes disfrutan el mayor poder, están ubicados en las mejores posiciones, tienen los hilos en sus dedos y no tienen ni el menor prejuicio para saltar de una trinchera a otra si de salvar el pellejo propio se trata.
Obviamente –y como seguidor durante 45 años de La Máquina me felicito si es así– ninguno de ellos o muy pocos deben ser fanáticos del Cruz Azul.
La razón es sencilla:
Porque no saben lo que es la lealtad…
¿PODEROSO CABALLERO?
Y después del romanticismo que quizás algunos definirán como cursi o ramplón, es interesante tratar de descubrir qué es lo que anima a los aspirantes a convertirse en el pastor –o pastora– del Revolucionario Institucional en el plano nacional.
¿Será amor por México?
¿Será acaso que les preocupa el futuro de niños y jóvenes?
¿Tal vez los impulsa el defender al país de un previsible caos?
Ojalá fuera así.
Sin embargo, cuando veo que las prerrogativas para el tricolor en este año sumarán la nada despreciable suma de 800 millones, pesos más, pesos menos, el cosquilleo de la duda no me abandona.
¿Qué será lo que los hace pelear fervorosamente esa dirigencia?…
Twitter: @LABERINTOS_HOY