“Vosotros veis que os he dado protestad de hollar serpientes y escorpiones, y todo el poder del enemigo, de suerte que nada podrá haceros daño. Con todo eso, no tanto habéis de gozaros, porque se os rinden los espíritus inmundos, cuando vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lc 10:19-20).
No debemos olvidar que el mal acecha al hombre a cada momento, mas aquellos que son cercanos a Dios, a pesar de sus debilidades saldarán victoriosos, porque todo hijo del Señor cuenta con la protección del Padre. Entre más alejados estemos del Señor, más vulnerables seremos, por lo tanto fortalezcamos nuestra fe, pidiendo la intervención del Espíritu Santo.
En esta época de gran incertidumbre y temor, el maligno aprovecha todas las oportunidades para ofrecer a las personas espiritualmente débiles, soluciones aparentemente fáciles; salidas que como espejismos se presentan de forma inesperada, para resolver problemas económicos, de salud o emocionales; la necesidad vulnera nuestra fe, porque estamos acostumbrados a vivir una vida donde privilegiamos el materialismo y el consumismo. La tendencia a procurar nuestra satisfacción personal nos ha vuelto egoístas, nos impide pensar con claridad y ver el mal en lo que aparentemente vemos como normal, por ser de práctica común en nuestra sociedad.
Y sucedió que después de la inesperada visita de la serpiente ante lo que consideró una posible víctima, se marchó con cierto desdén y frustración ante la llegada de tres ángeles que anunciaron que Dios no abandona a sus amados hijos, mostrando con ello que nada, ni nadie está por encima de su divina voluntad.
“Yo soy el buen pastor: y conozco mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a mí. Así como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre; y doy mi vida por mis ovejas” (Jn 10:14-15).
Invoquemos la presencia del Espíritu Santo en los momentos más difíciles de nuestra vida, invoquémoslo siempre para que nos acompañe, para que ésta sea agradable a Dios.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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