“Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu prudencia. En todas tus empresas tenle presente, y él sea quien dirija todos tus pasos (Proverbios 3:5-6)

Esa luz que va a delante de mí y que me guía, ve primero los obstáculos que encuentro en mi camino, si bien no los quita de en medio, para que no tropiece, me da la oportunidad de hacerlo por mí mismo, para alejarme de aquello que pueda causarme daño, más, si he de enfrentarme con aquello que me causa miedo, siempre tendré presente que el Señor está a mi lado, y al ver mis debilidades, seguro estoy que imprimirá a mi corazón la fuerza necesaria para salir bien librado.

Consiente estoy que debo de enfrentar mis miedos, porque en ellos está implícita la duda de quién soy, y es imprescindible para cualquier mortal, conocer su naturaleza, para entender que en la debilidad no hay pecado, el pecado viene después por no resolver la duda.

Si Dios hubiese querido que fuéramos todos santos, con ese don nos habría creado, pero para ganar el sitio que nos tiene deparado, habremos primero de pasar por las pruebas que sea necesario, él sabe que habremos de resbalar en más de una ocasión y para poder ser salvos, nos da cuanta oportunidad solicitemos bajo la buena intensión de estar arrepentidos por fallar a sus postulados.

Cuando el hombre alcanza la suficiente madurez, muy cercana a la perfección, sin duda Dios habrá ganado para él un nuevo y fiel soldado, para poder convencer a otras ovejas que en el camino se han extraviado.

Si te encuentras asustado por lo que podría acontecer, no dejes de pensar en lo que para ti Dios tiene destinado, no se trata de perder lo que has atesorado, se trata de ganarte el sitio que por tus sacrificios habrás ganado.

Dios nos de sabiduría para entender todo aquello que nos impide llegar a él, para encontrar en el perdón la verdadera remisión de nuestros pecados.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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