“Sed sobrios, y estad en continua vela; porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que devorar” (1 Pedro. 5:8)

Cuán más apacible puedas estar en la vida, llega una oleada de maldad procedente de quien se empeña en servir a la oscuridad, en ocasiones, es tan insidiosa su presencia, que igual tiene acceso a tu voluntad hablándote al oído como si fuera tu conciencia; prestar atención a la primera debes, porque de seguir escuchando el mal consejo, podría hacerte caer en su mentira, y todo aquello que por voluntad de Dios se te ha concedido como premio a tu fidelidad  y obediencia, se pierde como llegó, y la alegría de tu vida se aleja, sumiéndote en un abismo de desconsuelo.

Cuando la intriga vence a la confianza, te arrebata la paz, y es el primer síntoma de contrariedad, la ausencia del buen trato, de la delicadeza, de la cordura, y el carácter dulce se vuelve amargo y la hiel de la amargura, por igual amarga tu gusto y tu semblante; después, aparece la sordera recurrente y la ceguera, sólo querrás oír lo que tú quieres y sólo podrás ver lo que te convenga, y caerán del pedestal de tu alta estima, todos los valores positivos que un día admiraste en los demás, y aún peor, los que dieron sustento a tu orgullo y rectitud, encontrando poco gusto por las cosas buenas y alentando más la sombra gris que nubla tu cordura.

Cuando sientas incomodidad por aquello que antes te daba felicidad, haz un alto en tu vida, y antes de analizar el problema, toma el Evangelio de Cristo como tu guía y en su Palabra viva encontrarás la respuesta a tus tribulaciones, verás cómo regresa la claridad a tu vista y escucharás sin distorsión, verás cómo la paz regresa a tu corazón y de tu boca saldrán sólo palabras plenas de amor y de sabiduría.

“Estad ciertos que yo mismo estaré siempre con vosotros, hasta la consumación de los siglos” (Mt. 28:20)

Acaso me queda fuerza física, en ocasiones, a casusa de la faena diaria, más, nunca he dudado de la fuerza de mi espíritu, porque enteramente ella, obedece a la voluntad de mi Señor, porque mi espíritu le pertenece.

“Ya que ha esperado en mí, yo le libraré; yo lo protegeré, pues que ha conocido o adorado mi nombre. Clamará a mí, y yo lo oiré benigno. Con él estoy en la tribulación; pondrélo en salvo y llenarle he de gloria”

Si logras escuchar con el corazón, regresará a ti la vida que crees que perdiste, pero que siempre ha estado esperando por ti, en la esperanza de saber que, como hijo de Dios, lo único que Él desea para ti es tu felicidad.

Dios fortalezca nuestra fe y le dé paz a nuestro Estado, a nuestra muy amada ciudad, bendiga y proteja a nuestra familia. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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