“Así que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios, pues, ha unido, no lo desuna el hombre.” (Mt 19:6)

¿Qué cómo ha sido posible? Pregúntaselo a Dios. Aquél importante día, día del Señor, me encontraba sentado dos bancas atrás, de donde se encontraba la luz, Dios la envió para guiar mi camino, para salir de la oscuridad en la que me encontraba, porque la oscuridad, antes de ver la luz, en mi reinaba, se llamaba por cierto tristeza y se hacía acompañar de la soledad; apenas tenía 15 años, pero ya me sentía tan viejo, tanto que no sólo arrastraba los pies al caminar, sino que sentía que el alma amenazaba con salir de mi cuerpo y un cuerpo sin alma no puede vivir.

Aquel importante día era Domingo, día del Señor y yo seguí a la luz hasta el templo del Sagrado Corazón de Jesús; ella en familia, y yo, contemplando su de su agradable figura, la espalda que me obsequiara a escondidas, siempre con la dulce esperanza de que volteara hacia mí, yo, viendo de frente la imponente imagen que representaba a Jesús, escuchando sólo el fuerte latido de mi corazón que se quería salir, mientras el sacerdote oficiaba la santa misa, que yo, por mi enamorada locura no podía escuchar ni seguir, de pronto, una cálida mano, suavemente tocó mi hombro derecho y me hizo estremecer, y dirigiendo mi torpe mirada para ver quien me tocaba, una luz aún más intensa, me hizo bajar la cabeza, temeroso alcance a decir: Perdóname Padre por lo que voy a decir, es que la amo tanto que sin ella no puedo vivir.

Hoy hace 50 años que con la gracia de Dios me uní a María Elena, desde entonces, juntos formamos una sola carne, en nuestro largo o corto camino, la luz que nos guía para para mantenernos unidos, nos ha permitido despertar cuando estamos dormidos, soñar cuando estamos despiertos, navegar y enfrentar las tormentas y la pasividad del mar de la incertidumbre que busca respuestas, pero ambos hemos adquirido la plena conciencia de que Dios es el faro amor que ilumina y dirige nuestro destino. Muchos familiares y amigo han subido y bajado de nuestra barca, a todos los hemos amado y estamos muy agradecidos por ello, pero yo no hubiera podido seguir navegando, si tu mi amado Jesús no hubieses estado conmigo.

Dios bendiga a todos los matrimonios que la luz de su amor no deje de iluminar sus corazones para que encuentren siempre el camino, la verdad y la vida. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

enfoque_sbc@hotmail.com