“La paz os dejo, la paz os doy; no os las doy, como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se acobarde” (Jn 14:27).
Mira Señor que el cielo se torna gris como anunciando tormenta, sería bueno que pasáramos a resguardarnos de ella. ¿Por qué seguimos caminando? está claro que el firmamento nos avisa. Háblame Padre.
¿Por qué tienes miedo, acaso no estoy yo aquí contigo? ¿Acaso no sabes que el color del cielo refleja el ánimo que te acompaña? Es tu alma que clama dolor por aquello que te hace sufrir, aún más que cualquier calamidad creada por el hombre. ¿A quién le temes? Si tu dolor viene del alma, entonces, temes encontrar en ti mismo la causa de tus penas. ¿Por qué insistes en culparte de algo que no hiciste? ¿Por qué sentirse fracasado por algo en lo que pusiste todo tu empeño para ver realizado un sueño? ¿Acaso no eras consciente cuando decidiste tomar por ese camino, habiéndote yo mostrado la incertidumbre de tu futuro cercano? ¿Por qué cerraste los ojos y te seguiste de frente? ¿Contra qué o quién estás luchando? ¿Dónde está tu oponente? ¿Por qué te desesperas y lloras si aseguras se encuentra alejado? ¿A quién ves tan cercano que te recuerda tu pasado y quisieras inconscientemente reclamarle el maltrato que se te ha dado? Abre bien los ojos, tú puedes verme, puedes escucharme ¿Acaso no soy yo tu Padre? y siendo tú mi hijo, estoy contigo para cuidarte. Si así lo crees, no temas más, deja de castigarte; deja de tirar palos de ciego, porque entre más creas golpear a tu oponente te lastimarás a ti mismo, porque todo lo que te ocurre está en tu mente. Sánate a ti mismo, sé misericordioso contigo, ámate, y no sigas viendo en tu enemigo a ti mismo, como hasta ahora lo has hecho; perdona y perdónate, y recuerda que yo tu Padre, nunca haré que cargues una cruz más pesada de la que puedas cargar; saldrás de esto muy fortalecido, saldrás victorioso, porque te he dado el poder más grande que puedo dar: El amor. El que tenga oídos que escuche.
Perdóname Señor por cerrar los ojos y los oídos a tu Palabra, porque en ella estás tú, porque tu Palabra está viva, como vivo estas tú.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
enfoque_sbc@hotmail.com