“El EspÃritu del Señor reposó sobre mÃ: por lo cual me ha consagrado con su unción divina, y me ha enviado a evangelizar o dar buenas nuevas a los pobres; a curar a los que tienen el corazón contrito, a anunciar libertad a los cautivos, y a los ciegos vista; a soltar a los que están oprimidos; a promulgar el año de las misericordias del Señor, o del jubileo y el dÃa de la retribución “(Lc 4:18-19).
Hoy el viento se mueve despacio, se puede apreciar tristeza en el entorno, pareciera existir una inmovilidad desde el fallecimiento del Papa Francisco, en mi persona, el despedirlo de la vida terrena, ha vuelto lento mi desplazamiento, incluso, mis ideas parecieran estar estancadas, mi actividad fÃsica se ha reducido a dar unos cuantos pasos hacia adelante y otros tantos hacia atrás, sentarme, pararme y acostarme, subir y bajar escalones, asomarme al mundo a través de las redes sociales.
Durante la Semana Santa estuve muy receptivo espiritualmente, podrÃa dar testimonio de dos eventos significativos; reconozco que, en estos momentos, mi patrón de sueños lúcidos ha disminuido, sobre todo en la última semana; tal vez mi mente se encuentra un tanto desconectada por la falta de estÃmulos externos, por la falta de contacto fÃsico con mis amigos, compañeros de trabajo y mis pacientes, esto, por estar en dÃas de descanso.
Trato de mantener el contacto espiritual con Dios, pero mi nivel de vibración es bajo por la falta de armonÃa, por la ausencia de tranquilidad y por los temores que despierta la incertidumbre de la economÃa global, incluso, en ocasiones, me siento un tanto ausente de lo que he interpretado como mi misión terrenal.
Hace un par de dÃas me despertó una inquietud inesperada, eran las 6 am., pero decidà dormir de nuevo, y dos horas después, me desperté, recordando que se me habÃa dado el nombre de alguien durante el sueño, pero no pude recordarlo.
Sin duda, este tiempo propicio para meditar, me ha hecho cambiar mis hábitos, más, ninguna fuerza podrá cambiar mi amor por Cristo, sólo espero poder recuperar la plena capacidad espiritual, para mantener el nivel de comunicación con mi Señor.
¿De qué nos estaremos olvidando los creyentes? ¿Será que nuestra oración se ha vuelto rutinaria y no denota el fervor y la entrega necesaria para atraer la atención de Dios? Todos deseamos armonÃa y paz en el mundo, pero antes debemos sentir y asegurarnos, de que el efecto transformador de tantos cambios en el mundo, sea a favor del amor por Jesucristo y de nuestro prójimo.
Bendice Señor a nuestra familia y muéstranos el camino a la vida nueva; bendice todos nuestros Domingos Familiares.
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