En un país donde la libertad de expresión es un pilar fundamental de la democracia, la reciente propuesta de la bancada de Morena para reformar la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión debería encender todas las alarmas. La intención de esta ley, presentada como un mecanismo para frenar los spots anti migrantes del gobierno de Estados Unidos, es en realidad un pretexto que oculta un objetivo mucho más siniestro: el control de la narrativa mediática y el silenciamiento de las voces críticas al régimen.

 

La libertad de expresión no es un lujo, sino un derecho humano esencial. En una sociedad democrática, los medios de comunicación deben ser el contrapeso del poder, el espacio donde se confrontan ideas y se da voz a la diversidad de opiniones.

El control que se pretende imponer sobre los medios de comunicación es alarmante. La concentración del poder en manos de un solo partido, que ya ha demostrado su disposición de atacar a quienes se atreven a cuestionar sus decisiones.

 

La independencia de los medios es un baluarte contra el abuso de poder; sin ella, la rendición de cuentas se convierte en una quimera. La propuesta de Morena, en lugar de fortalecer la democracia, podría llevarnos a un escenario donde la crítica se convierte en un acto de valentía, y donde los medios se ven obligados a navegar en un mar de incertidumbre y miedo.

 

Es irónico que el gobierno utilice la migración como justificación para esta reforma, cuando los spots en cuestión ya han sido retirados sin necesidad de una nueva legislación. Esto pone de manifiesto que el verdadero objetivo no es proteger a los migrantes, sino acallar a quienes se atreven a cuestionar las políticas del gobierno.

 

La estrategia es clara: deslegitimar a los opositores, desdibujar las críticas y, en última instancia, consolidar un poder que se siente amenazado por la pluralidad de voces.

La historia nos ha enseñado que los regímenes autoritarios suelen comenzar con la restricción de la libertad de expresión. La censura se presenta como una herramienta para mantener el control, pero en realidad es un veneno que corroe los cimientos de la democracia.

Misma que no se construye con miedo, sino con el coraje de hablar y de escuchar.

 

Levantemos la voz y defendamos el derecho a expresarnos sin miedo a la censura.

La lucha por la libertad de expresión es, la lucha por el futuro de México.

porque la libertad de expresión es un bien que, una vez perdido, es difícil de recuperar.